sinnombre

Yo debí de morir en Iwo Jima, Cannae o en las Cruzadas; quizás fuese un Keshik mongol, miembro de alguna secta, descendiente de Sem perseguido, o incluso hombre cualquiera al que le arrebataron no sólo la vida y la libertad, sino a su familia, su bien más preciado.

Debo de haberme reencarnado por billonésima vez, y creo que he guardado cada mal momento en lo más profundo del Tálamo. Puede que sea por esta causa, el que no pueda ver mi presente vida tal y como es; una especie de maravilla pasajera, en la que habita efímeramente la paz. Sólo me percato del minúsculo sosiego interior que me abruma, al estar cerca de alguien especial; cuando le veo, escucho, huelo o toco. De hecho, ésto, es lo que mi razón y corazón echan de menos.


miércoles 14 de febrero de 2007

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