desencadenante
En ese instante, él, era incapaz de impedir el aluvión de incesantes imágenes, palabras… en fin, recuerdos que obstaculizaban su concentración en el quehacer habitual. Siempre se había sentido sólo, cobijado por sus pensamientos y sueños, orientados a partir de aquel primer momento hacia una única cosa. Instantes que se repetían sin cesar y continuamente desde aquella primera llama, la cual se avivaba con el aumento de la distancia y el tiempo con respecto a la precedente chispa. El placer que implicaba sentirse comprendido y, en teoría, querido, era incomparable a cualquier otra cosa material o espiritual. Buscaba una y otra vez en sus recuerdos con reiterada vehemencia, tal y como lo había hecho en el mundo sensible, hasta que hallaba aquella luz.
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