apunt. docmnt. expl2

Somos más felices cuando nos sentimos más recompensados, mejor posicionados, más atendidos… respecto de los demás. Ser más rico o estar más sano no conlleva una mayor felicidad.

Pensamos que el objetivo de nuestras vidas es sacar lo máximo de nosotros mismos, y es imposible que todo el mundo tenga más éxito. En esta sociedad competitiva la supremacía de ‘unos pocos’ depende de la decadencia de ‘los demás’.

En las escuelas no se debería enseñar a los estudiantes a ser los primeros de la clase, sino a contribuir al bienestar de todos.

La salud, grupo étnico, educación y dinero no tienen importancia respecto al fin: felicidad.

La relación social es algo indispensable para alcanzar la felicidad. Las relaciones amorosas, laborales… en las que ambas o todas las partes pasan buenos momentos, ya sean; jugando, trabajando, dialogando, aprendiendo o enseñando… aportan gran felicidad.

El amor determina una alegría mucho más duradera que la salud o el dinero.

El sentido y compromiso de/con la vida determina un gran aporte de bienestar.

El estado depresivo merma la capacidad hormonal para regular el estado de ánimo, un pe simismo extremo.

Los optimistas analizan más los aspectos negativos que las pesimistas los positivos. Ciertas perspectivas pesimistas reflejan miedo a una visión positiva, y vienen de personas que tienden a distorsionar los hechos.

Los síntomas del enamoramiento se deben a que la actividad química del cerebro cambia. Aumentan los niveles de dopamina y norepinefrina, disminuyendo los de serotonina. Estos tres neurotransmisores estimulan la producción de testosterona en ambos sexos.

La dopamina favorece el aprendizaje de estímulos novedosos, prestando más atención, recordando detalles, etc. También se asocia con la motivación y las conductas orientadas a alcanzar un objetivo concreto. Si surgen obstáculos para lograr el objetivo, los sentimientos se intensifican por un mayor incremento de ésta y un mayor descenso de serotonina. Percibir la adversidad aumenta la producción de dopamina.

La norepinefrina aumenta la capacidad de recordar estímulos nuevos.

El descenso de serotonina repercute/provoca (en) un pensamiento obsesivo.

Niveles bajos de serotonina y altos de dopamina se asocian a la dependencia; uso/abuso de drogas y/o estímulos placenteros.

El amor es una adicción positiva/negativa que provoca una feliz dependencia cuando se es correspondido, y una ansiedad dolorosa, triste y destructiva (en ocasiones diversas) cuando se es rechazado.

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Sin el impulso sexual es diferente del amor romántico y también del afecto.

El amor romántico es más fuerte que el impulso sexual, aun siendo el deseo de contacto del mismo la principal característica, éste implica movimiento afectivo y crear unión de unión emocional entre dichos individuos/pareja o interesado/a. Cuando se acuesta con alguien a quien no ama, no le aflige el que éste se acueste con otros/as, en caso contrario, sí. Debido al instinto de posesión; ‘vigilancia de la pareja’, asegurar la propia/compartida descendencia.

En el amor romántico, los celos derivan de la obsesión (descenso de serotonina, ascenso de dopamina). La consecuencia es el análisis obsesivo en el modus operandi/vivendi del cónyuge e interacción con el afectado/a. En el hombre surge el miedo a criar descendencia ajena, por consecuencia de la rotura del a priori establecido enlace emocional y/o físico, y en mayor o menor medida la no supervivencia de sus genes. En la mujer surge el miedo a que el hombre la abandone y se despreocupe de ella y/o su descendencia. El hombre tiende a reaccionar con violencia y a sentirse ultrajado, mientras que la mujer a auto-culpabilizarse; aunque no son pautas fijas y sí intercambiables o equiparables entre los sujetos, dependiendo de los niveles de testosterona metabolizada por cada uno.

Sobre el rechazo estando ‘enamorado/a’, se sabe por la Historia, por mitos y leyendas que: hombres y mujeres cuando son rechazados pueden matarse o matar a otra persona.

La infidelidad y la poligamia permiten que se engendre descendencia con una variedad de genes mayor.

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En el caso del rechazo o inminente pérdida se aumentan los niveles de dopamina, la cual llega a las regiones del cerebro donde se genera la motivación para alcanzar recompensas. Si ésta tarda en llegar, las neuronas prolongan la segregación de éste neurotransmisor, incrementando los niveles del mismo aumentando la motivación. De los centros de la corteza pre-frontal del cerebro, donde se evalúa la recompensa, surge el envío de señales a la amígdala produciendo en el sujeto la ira, por ausencia de dicho registro (evaluativo).

Amor y odio son los límites, en el tiempo, del uso continuado de estas substancias.

La segregación de dopamina continuada (y no sólo este neurotransmisor, sino los demás también) necesita del agente indicativo que haga descenderla a niveles normales, y se sirve en este caso, de la corteza pre-frontal; esperando bien una respuesta externa (cónyuge), al mismo tiempo interna, bien autoengaño. Todo esto debido al desgaste energético derivado de los procesos hormonales.

En el estrés del abandono caen los niveles de las tres substancias conocidas por debajo de lo normal generando depresiones, irregularidades hormonales, euforia aislada, etc. Pueden ocasionarse otros males a partir de esto.

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Los niveles de estas substancias se regulan a medida que el tiempo avanza o el lazo emocional se formaliza, debido a que en caso contrario no soportaríamos el cansancio.

El hipotálamo segrega las dos hormonas: oxitocina y vasopresina; responsables de la estabilidad emocional, en mayor medida, cariño con la pareja e hijos, ejemplo: después del coito.

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Tendencia a cambiar de pareja cada cuatro años, después de que el/los hijo/s terminan el periodo de lactancia. Monogamia sucesiva para producir hijos variados, pudiendo de esta manera, reproducirse entre sí estos.

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El estado emocional depende de la capacidad de adaptación del individuo, y no de la salud de éste a priori.

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