Para los antiguos griegos, en concreto, según Aristóteles: la esclavitud como fenómeno natural. Para él el señor, el esposo, el padre y el adquisidor de propiedades eran el arquetipo de hombre al que se aspiraba a ser a posteriori, después de conocer las diversas partes en que se componía el Estado como tal. Dicta: “Conforme al mismo principio, puede decirse que la propiedad no es más que un instrumento de la existencia, la riqueza una porción de instrumentos, y el esclavo una propiedad viva; sólo que el operario, en tanto que instrumento, es el primero de todos.” Ya que; “Si cada instrumento pudiese, en virtud de una orden recibida o, si se quiere, adivinada, trabajar por sí mismo, como las estatuas de Dédalo o los trípodes de Vulcano…” Es entonces cuando define: “…la propiedad es simplemente para el uso.”
De un examen de doctorado.
“¿Cuál es la tarea de toda enseñanza
superior?” Hacer del hombre una máquina. “¿Cómo se consigue esto?” El hombre
debe aprender a aburrirse. “¿Cómo se consigue esto?” Mediante la noción del
deber. “¿Quién es su modelo en esta ocasión?” El filólogo, que enseña a
trabajar como un burro. “¿Quién es el hombre perfecto?” El empleado del Estado.
“¿Qué filosofía ofrece la fórmula suprema para el empleado del Estado?” La de
Kant el empleado del Estado como cosa en sí, proclamado juez del empleado del
Estado como apariencia. Por F. W. Nietzsche
Habla el inmoralista.
Nada repugna tanto al filósofo como el hombre
que desea... Cuando ve al hombre exclusivamente en sus actos; cuando ve a este
animal más valiente, astuto y denodado extraviado hasta en trances laberínticos,
¡cuán admirable se le aparece el hombre! Y aun lo alienta... Desprecia el
filósofo, en cambio, al hombre que desea, también al hombre “deseable”, y en un
plano general, todas las deseabilidades, todos los ideales humanos. Si el
filósofo pudiese ser nihilista lo sería, pues detrás de todos los ideales del
hombre encuentra la nada. O ni siquiera la nada, sino lo ruin, lo absurdo, lo
enfermo, lo cobarde, lo cansado, toda clase de heces de la copa vaciada de su
vida... El hombre, que en tanta realidad es siempre vulnerable, ¿cómo es que no
merece respeto en cuanto desea? ¿Será que tiene que pagar por la capacidad que
lo distingue como realidad?, ¿que tiene que compensar su actividad, la tensión
mental y el esfuerzo de voluntad en toda actividad, por una relajación en lo
imaginario y lo absurdo? Hasta ahora la historia de los ideales ha sido la partie honteuse del hombre; hay que
procurar no leer en ella demasiado tiempo. Lo que justifica al hombre es su
realidad; ésta lo justificará eternamente. ¿Cuánto más vale el hombre real` en
comparación con cualquier hombre tan sólo deseado, soñado, inventado y
mentido?, ¿con cualquier hombre ideal?
Sólo por ello el hombre ideal repugna al filósofo. Por F. W. Nietzsche
Partiendo de
cierta dialéctica hegeliana, Dialéctica del Amo y el Esclavo:
El hombre desea que el otro desee y reconozca así
su propio deseo, mientras que el animal sólo desea ‘cosas’, –añadiría supervivencia–. El amo en el cual su deseo es superior a su
miedo a la muerte; el esclavo, en el cual su miedo a la muerte es mayor. El que
tiene miedo a morir antepone el temor a la muerte a su deseo. El amo pone a
trabajar al esclavo mientras el amo se vuelve ocioso, el esclavo trabaja la
materia y comienza a construir la cultura, la cual es la transformación de la
materia (Materialismo Histórico o Dialéctico de Marx). La historia humana pasa por el lado del esclavo, es el esclavo el cual,
con su trabajo para el amo, descubre que él tiene una relación con la
materialidad que es creativa, y es tan creativa que le permite sentirse más
humano que el amo. Hay una cultura porque el esclavo trabajador la hace. El amo
queda confinado al ocio, goce, a la pasividad…, el esclavo a la actividad. El
que ha terminado siendo humano es el esclavo, el que ha terminado siendo una
cosa, materialidad, un animal, el que tiene sólo relación con lo que come, es
el amo.
–Añadiría: decir también que el esclavo desea, en última instancia, o valga la redundancia amo-esclavo, ser amo, consiguiéndolo parcialmente en la sociedad pues, aunque llega a tener ciertos derechos adquiridos sobre grupos, él sigue subordinado a sus superiores jerárquicamente que ejercen su autoridad por medio de la también llamada Violencia Simbólica por Pierre Bourdieu. Con esto retomaríamos la llamada lucha de clases, el fenómeno clasista de las sociedades y la pirámide social tan conocida.
–Añadiría: decir también que el esclavo desea, en última instancia, o valga la redundancia amo-esclavo, ser amo, consiguiéndolo parcialmente en la sociedad pues, aunque llega a tener ciertos derechos adquiridos sobre grupos, él sigue subordinado a sus superiores jerárquicamente que ejercen su autoridad por medio de la también llamada Violencia Simbólica por Pierre Bourdieu. Con esto retomaríamos la llamada lucha de clases, el fenómeno clasista de las sociedades y la pirámide social tan conocida.
Desde muy remoto,
desde aquellos primeros combates tribales que, luego, tendieron a desenlaces
mal avenidos entre pueblos para acabar por desembocar en batallas y guerras,
cruentas todas; han sido necesarios hombres para llevarlas a cabo, aun no
poseyendo éstos preparación oportuna para tales cometidos. –Ya
aprenderán por el camino. Este camino que recorrían mujeres y hombres de
las más diferentes etnias, razas o procedencias, en suma, era una senda que los
dividiría, que además de producirles callos en los pies también se los
producirían en la mente, endureciéndosela, para así separarlos a los unos de
los otros, amansándolos para obedecer todos a los líderes de la tribu o pueblo.
Hombres y sus mujeres, de la periferia, de otros asentamientos, cuales hijos
asesinados o bien adoctrinados cuando no aquéllos/as por consecuencia de una
mayor percepción de los nuevos amos. –Nos
podrían servir. Cuando comenzamos a pensar en el futuro rodeados de
peligros para nosotros, empezamos a pensar que los demás nos podrían servir
para protegernos de esas amenazas, la causa inmediata de las mismas podría bien
tratarse de los mismos hombres que se incorporaban u otras amenazas, tales como
fieras.
– Y, a ti, ¿cuánto te paga tu burgués? [El origen de esta pregunta es: Si preguntamos a los obreros qué salario perciben, uno nos contestará: «Mi burgués me paga un marco por la jornada de trabajo»; el otro: «Yo recibo dos marcos», etc. Por Marx.]
– Y, a ti, ¿cuánto te paga tu burgués? [El origen de esta pregunta es: Si preguntamos a los obreros qué salario perciben, uno nos contestará: «Mi burgués me paga un marco por la jornada de trabajo»; el otro: «Yo recibo dos marcos», etc. Por Marx.]
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