El necio no
duda de su necedad, él se cree sabio, se piensa sabio, se sabe sabio. Él se
cree que los demás son menos listos que él y se adelanta a ellos. Discute con
un sabio y él sale ganador siempre porque se cree más sabio que aquél. Se desenvuelve en un lío de incoherencias y contradicciones, sin embargo, es capaz de llegar a la alétheia con ayuda.
El sabio duda
de su sabiduría, él se piensa torpemente necio, se sabe ignorante. Él duda y
reflexiona sobre sí y los demás, deja que los demás actúen antes que él. Sabe
utilizar la dialéctica, la mayéutica y hacer que el necio descubra por sí la
verdad.
La ironía
socrática, la mayéutica y la alétheia (verdad) son como las artes marciales, se
practican hasta la saciedad, depurándose como las técnicas más antiguas y
seguras.
La alétheia
dede Parménides, pasando por Sócrates hasta Heidegger, se traduce como
“verdad”. Si analizamos el vocablo griego tenemos las raíces (a = sin) y
(letheia = ocultar), por lo tanto, unidos forman el concepto ‘desocultamiento’.
Es inteligible, mientras que la verdad o veritas es la correspondencia o adecuación
de la realidad con lo que se dice, piensa o siente de ella.
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