lunes, 30 de mayo de 2016

Págs. 84-85 Extracto razonado del Tratado de las sensaciones - Étienne Bonnot de Condillac



Capítulo V

Consideraciones sobre las ideas abstractas y generales
 o cómo el arte del raciocinio
se reduce a un lenguaje exacto

Las ideas abstractas y generales son únicamente denominaciones.

                Las ideas generales, cuya formación hemos explicado ya, forman parte de la idea total de cada uno de los individuos a los cuales convienen, y por esta razón se las considera como otras tantas ideas parciales. La idea de hombre, por ejemplo, forma parte de las ideas totales de Pedro y de Pablo, puesto que la encontramos tanto en el uno como el otro.
                No hay hombre en general. Esta idea carece de realidad fuera de nosotros; pero la tiene en nuestra alma, donde existe separadamente de las ideas totales o individuales de las que forma parte.
                Sólo tiene realidad en el alma, porque la consideramos como separada de cada idea individual; y, por esta razón, la denominamos abstracta, pues abstracta sólo significa separada.
                Todas las ideas generales no son más que otras tantas ideas abstractas, y es evidente que sólo las formamos tomando de cada idea individual aquello que en nuestro espíritu es común a todas.
                Pero, ¿qué es, en el fondo, la realidad más que una idea general y abstracta que existe en nuestra alma? Es sólo un nombre; y si es alguna otra cosa, deja inmediatamente de ser abstracta y general.
                Por ejemplo, cuando yo pienso en hombre, puedo no considerar esta palabra más que como una denominación común, en cuyo caso es evidente que mi idea está circunscrita a ese nombre, que no se extiende más allá, y que, por tanto, sólo es eso mismo.
                Si, por el contrario, pensando en hombre considero en esta palabra algo más que una denominación, es porque, en efecto, yo me represento un hombre, y un hombre no podría ser en mi espíritu y en la Naturaleza el hombre abstracto y general.
                Así pues, las ideas abstractas no son más que denominaciones; si nos empeñásemos en suponer otra cosa, nos pareceríamos a un obstinado pintor que intentase tercamente pintar el hombre en general, y que, sin embargo, jamás podría pintar otra cosa que los individuos.

Por tanto, el arte de razonar se reduce a un lenguaje exacto.

                Esta observación sobre las ideas abstractas y generales demuestra que su claridad y precisión dependen tan sólo del orden en que hemos hecho las denominaciones de las clases; y, por consiguiente, para determinar estas clases de ideas no hay más que un procedimiento: construir bien el lenguaje. Esto confirma lo que hemos demostrado ya, esto es, cuán necesarias nos son las palabras, pues si no tuviésemos denominaciones, no tendríamos ideas abstractas; si no tuviésemos ideas abstractas, tampoco tendríamos clases ni especies, y, al no tenerlas, no podríamos raciocinar sobre cosa alguna. Y el hecho de no poder hacerlo sin la ayuda de estas denominaciones es una nueva prueba de que sólo raciocinamos, bien o mal, según esté construido nuestro lenguaje. Por tanto, el análisis sólo nos enseñará a raciocinar más que en cuanto que enseñándonos a determinar las ideas abstractas y generales, nos enseñe a formar bien nuestro lenguaje, y, consecuentemente, el arte de raciocinar se reduce al arte de hablar bien.
                Hablar, razonar, hacerse ideas abstractas o generales es, en el fondo, la misma cosa; y por sencilla que sea la verdad, podría pasar por un descubrimiento. Ciertamente que no se ha dudado de ello; pero lo parecería por la forma en que se habla y se razona; por el abuso que se hace encontrar en concebir ideas abstractas los que encuentran tan pocas dificultades para hablar de ellas. El arte de raciocinar se reduce a una lengua bien combinada, porque el orden de nuestras ideas no es más que la subordinación que hay entre los nombres dados a géneros y especies; y puesto que no tenemos ideas nuevas más que si formamos nuevas clases, es evidente que no determinaríamos las ideas más que en el caso de que determinásemos las clases. Entonces razonaríamos bien, porque la analogía nos guiaría en nuestros juicios tanto como en la comprensión de las palabras.

domingo, 29 de mayo de 2016

Analectas - Confucio "Maestro Kong"; 孔子 | 2ª Parte

Zhonggong, que estaba empleado como ministro del jefe del clan Ji, preguntó acerca del gobierno y Confucio le respondió: «En primer lugar, hay que poner a trabajar a los pequeños funcionarios, después hay que perdonar las faltas pequeñas y ascender a los que posean capacidades superiores».
Zhonggong dijo: «¿Y cómo sabré quién tiene capacidades superiores para ascenderle?». Confucio respondió: «Asciende primero a aquellos de los que ya lo sabes y las demás personas te darán indicaciones sobre los que tú no conoces».

Zilu dijo: «El soberano de Wei ha estado esperándole, Maestro, para que ordenara el gobierno, ¿qué es lo primero que habrá que hacer?».
Confucio respondió: «Lo que hace falta es rectificar los nombres».
Zilu dijo: «¿De veras?, Maestro, ¿no estáis, tal vez, perdiéndole un poco? ¿Cuál es la razón de semejante rectificación?».
Confucio dijo: «¡Qué burdo eres! El hombre superior es cauto con lo que no sabe
» Si los nombres no son correctos, las palabras no se ajustarán a lo que representan, y si las palabras no se ajustan a lo que representan, los asuntos no se realizarán.
» Si los asuntos no se terminan, no prosperarán ni los ritos ni la música; si la música y los ritos no se desarrollan, no se aplicarán con justicia penas y castigos y, si no se aplican penas y castigos con justicia, el pueblo no sabrá cómo obrar.
» En consecuencia, el hombre superior precisa que los nombres se acomoden a los significados y que los significados se ajusten a los hechos. En las palabras del hombre superior no debe haber nada impropio».

Una vez que hablaba con Confucio, el duque de She le dijo: «En nuestra comunidad hay gente de conducta tan recta que, si un padre hubiera robado un cordero, su propio hijo actuaría de testigo contra él».
Confucio dijo: «En la mía la rectitud de la gente es distinta: el padre oculta lo que el hijo hace de malo y el hijo esconde lo malo que hace su padre. En esto es en lo que reside la rectitud».

Fan Chi preguntó acerca de la virtud cívica perfecta. Confucio respondió: «Consiste en ser cortés aun estando en privado, respetuoso en la administración de los negocios y leal en la relación con los demás hombres. No es lícito abandonar estas características, ni aunque se viva entre los bárbaros».

Confucio dijo: «No puedo conseguir hombres que practiquen el justo medio para darles mis enseñanzas, por eso me es preciso servirme de los atrevidos y de los honestos. Los atrevidos avanzan por el Camino y toman cosas de él, los honestos no hacen nada que no deban».

Confucio dijo: «El hombre superior está en armonía con los demás, pero no siempre de acuerdo con ellos. El hombre vulgar se pone de acuerdo con los demás, pero no está en armonía con ellos».

Confucio dijo: «El hombre superior es fácil de servir y difícil de complacer. Si para complacerle no se utiliza el buen camino, no quedará complacido. Él por su parte, dará a cada persona la responsabilidad para la que cada uno esté preparado. El hombre vulgar, en cambio, es difícil de servir y fácil de complacer. Aunque no se use el buen camino para complacerle, quedará satisfecho, mientras que pretenderá que cualquier persona cargue con cualquier responsabilidad».

Confucio dijo: «El hombre superior es digno sin orgullo, el hombre vulgar es orgulloso sin dignidad».

Confucio dijo: «El letrado que suspira por la vida cómoda no reúne los requisitos suficientes para que se le pueda considerar letrado».

Confucio dijo: «Las palabras de los virtuosos son necesariamente buenas, mientras que los que bien hablan no son necesariamente virtuosos. Los que son benevolentes hacia los demás necesariamente han de ser valientes, mientras que los que sólo son valientes no serán por fuerza benevolentes hacia los demás».

sábado, 28 de mayo de 2016

Camelia 30 Años - 《椿三十郎》

Hablando del comienzo de la meditación del Zarathustra de Nietzsche en la montaña que inició a los treinta años, edad cronológica que alcanzaré yo en unos meses, debo citar una reliquia de Akira Kurosawa con, uno de los mejores actores del género, Toshiro Mifune: Tsubaki Sanjûrô.

Also sprach Zarathustra - Friedrich Wilhelm Nietzsche | (Starten)

           Al cumplir los treinta años¹ Zarathustra abandonó su patria y los lagos de su patria, y se retiró a la montaña. Allí podía gozar de su espíritu y su soledad, y así vivió durante diez años, sin fatigarse. No obstante, al fin su corazón experimentó un cambio; y cierta mañana en que se levantó con la aurora naciente, se encaró con el Sol y le dijo:
«¡Oh, Tú, Gran Astro!» Si te faltasen aquellos a quienes iluminas, ¿qué sería de tu felicidad? Durante diez años, día tras día, has comparecido ante la boca de mi cueva: de seguro que ya te habrías cansado tanto de tu luz como de tu girar eterno, a no ser por mí, por mi águila y mi serpiente. Pero nosotros te aguardábamos todas las mañanas, recibíamos de ti lo que te sobraba, y te bendecíamos con agradecimiento.
Pues bien: ya estoy hastiado de mi sabiduría, como lo están las abejas que han acumulado un exceso de miel. Yo necesito manos que se tiendan hacia mí.
Yo desearía otorgar y repartir mercedes, hasta que los sabios entre los hombres volvieran a gozar de su locura, y los pobres a gozar nuevamente de su riqueza.
Para ello debo descender a los abismos², al igual que lo haces tú cuando cae el día.

1.       En la imitación, corrección e inversión, en dosis distintas, del Evangelio, que es en gran parte el Zarathustra, Nietzsche comienza por dar como edad inicial del profeta de su evangelio los treinta años, la edad inicial del Jesús de los sinópticos. Pero mientras a los treinta años Jesús empieza su predicación, Zarathustra se retira a las montañas, como etapa previa. Y esta etapa, de incubación, va a durar dieza años.

2.       Untergehen, «ir hacia abajo» (Zarathustra, de la montaña al valle; el Sol, del mediodía al ocaso), significa hundirse, sumergirse, también ponerse (el Sol), y perderse. Untergehend es el «poniente». Indudablemente Nietzsche juega con la reunión de todos esos sentidos.

Notas del traductor.

Aforismos - Leonardo di ser Piero da Vinci | 1ª Parte

Leonardo al lector.

El amor a un objeto, cualquiera que sea, es hijo de su conocimiento. El amor es tanto más ferviente cuanto más cierto es el conocimiento; pero la certidumbre nace del conocimiento integral de todas las partes, que reunidas forman el todo que debe ser amado. Si no conoces a Dios, no podrás amarlo; si lo amas por el bien que de él esperas y no por su virtud soberana, imitas al perro que menea la cola y festeja con sus saltos a quien le va a dar un hueso; si el animal conociera la superioridad del hombre, lo amaría mejor.

¿Cuál es la cosa que cesaría de existir si se la pudiera definir? El infinito, que sería finito si pudiera ser definido. Porque definir es limitar la cosa definida con otra que la circunscribe en sus extremos, de modo que lo que no tiene términos no puede ser definido.

Hay, sin duda, la misma proporción de la mentira a la verdad que de las tinieblas a la luz; y la verdad es tan elevada esencia que, aun si se aplica a materia humilde y baja, sobrepasa incomparablemente las vagas y mentirosas amplificaciones y los más grandes y sublimes discursos. Aunque nuestro espíritu, en efecto, tenga a la mentira por quinto elemento (agregado a los cuatro que componen el mundo: aire, tierra, fuego y agua), no deja de ser cierto que la verdad es la soberana alimentación, no de los espíritus vagabundos, pero sí de las inteligencias agudas. Pero tú, que vives de ensueños, preferirás los sofismas a las mentiras de los charlatanes en las cosas grandes e inciertas, a las verdades naturales, bien que menos pretenciosas.

Con poca esperanza pueden los míseros estudiosos aguardar el premio de su virtud. En tal caso me encuentro yo, seguro de incurrir en no pocas enemistades, ya que ninguno creerá lo que yo pueda decir de él. Muy contados son los hombres a quienes desagradan sus propios vicios; antes bien, sólo repugna generalmente el vicio a los que, por naturaleza, son contrarios a él; muchos odian a sus padres o pierden la amistad de quienes los reprenden, y no quieren saber de ejemplos de virtudes contrarias, ni oír ningún humano consejo.

Si encontráis a un hombre virtuoso y bueno, no lo apartéis de vosotros; honradlo para que no tenga que huir de vosotros y refugiarse en desiertos o cavernas u otros lugares solitarios, lejos de vuestras insidias; miradlos como a dioses terrestres, merecedores de estatuas y simulacros.

Analectas - Confucio "Maestro Kong"; 孔子 | 1ª Parte

 Confucio decía de la música Shao que era absolutamente bella y absolutamente buena, mientras que de la música Wu decía que era absolutamente bella, pero no absolutamente buena.

Confucio dijo: «El hombre superior, cuando come, no pretende hartarse, ni en su casa busca estar tranquilo y despreocupado; es diligente en los asuntos, pone cuidado en sus palabras y busca a los que poseen la doctrina para que le rectifiquen. De un hombre así es de quien puede decirse que es alguien que ama el estudio».

Confucio dijo: «El hombre superior no se pone a favor ni en contra de nada en el mundo, sino que sigue lo que es justo».

En cierta ocasión el Maestro deseaba vivir entre las nueve tribus bárbaras. Alguien le dijo: «Son hombres muy rudos, ¿cómo os arreglaríais para hacerlo?» A lo que Confucio respondió: «Si un hombre superior viviera con ellos, les desaparecería la rudeza».

Zilu hizo a Zigao gobernador de los Bi.
Confucio le dijo: «Estás perjudicando a mi discípulo».
Zilu contestó: «Hay muchas clases de personas, igual que muchos espíritus, ¿por qué es necesario haber leído libros para considerar que se ha aprendido?».
Confucio dijo: «Ésta es una de las cosas por las que me disgustáis vosotros, los que siempre tenéis una contestación».

Zizong preguntó acerca de la amistad y Confucio le dijo: «Advierte a tu amigo con lealtad y guíale bien. Si vieras que no es posible, detente y no te dañes a ti mismo».

Confucio dijo: «El que posea una profunda fe y un gran amor al estudio y los mantenga hasta la muerte, haciéndose cada vez más perfecto en el buen Camino.
» No entrará en un Estado que se tambalea, ni vivirá en un país revuelto. Cuando el mundo rija la buena doctrina se dejará ver y se ocultará en caso contrario.
» Si el Estado está gobernado de acuerdo con las normas del Camino, la pobreza y las privaciones le avergonzarán, mientras que si el Estado está mal gobernado, la riqueza y los honores serán los que le avergüencen».

Cuando Zeng zi estaba enfermo, Meng Jing zi fue a preguntarle cómo se encontrarle cómo se encontraba.
Zeng zi le dijo. «Cuando un pájaro está a punto de morir sus trinos son tristes, cuando un hombre agoniza sus palabras alcanzan una mayor excelencia.
» El hombre superior debe valorar sobre todo tres principios de conducta que sus movimientos y actitudes estén lejos tanto de la violencia como de la despreocupación, que los gestos de su cara estén corregidos por la sinceridad y que sus palabras y exclamaciones estén lejos de la vulgaridad y la grosería. Para los pequeños problemas de vasos rituales ya hay funcionarios especializados».

Confucio dijo: «No comprendo cómo puede haber gente que es violenta sin ser recta, que no presta atención a pesar de ser estúpida y que no tiene sinceridad aunque le falta inteligencia».

Confucio dijo: «Es difícil que una persona que se ha dedicado durante tres años al estudio no alcance un alto grado de bondad».

Confucio dijo: «Zichan tenía cuatro de las características del hombre superior: en lo que hacía para sí mismo era humilde; era respetuoso con el servicio a un superior; generoso cuando se trataba de alimentar al pueblo y justo en su administración de los súbditos».

Zigong quería eliminar el sacrificio de un cordero vivo que se realizaba el primer día de cada mes.
Confucio le dijo:  «Tú amas el cordero, yo amo la ceremonia».

Confucio dijo: «Hay gentes que actúan sin saber por qué, pero yo no soy de esos. Yo oigo mucho, selecciono lo mejor y lo sigo, veo mucho y lo recuerdo, y todo esto supone una fase más elevada de conocimiento».

El duque Ai preguntó: «¿Qué hay que hacer para garantizar la sumisión de los súbditos?». Confucio respondió: «Eleva a los rectos y pon a un lado a los torcidos y los súbditos se someterán; eleva a los torcidos y pon a un lado a los rectos y no se someterán».

Confucio dijo: «Las cosas superiores pueden explicarse a las personas que están por encima de la mediocridad y no a los que están por debajo».

Fan Chi preguntó qué era la sabiduría y Confucio contestó: «Atender a los súbditos con justicia y respetar a los espíritus, permaneciendo lejos de ellos, es lo que puede llamarse sabiduría». Fan Chi le preguntó a continuación en qué consistían las virtudes humanitarias y Confucio dijo: «Los que poseen estas virtudes se aplican primero a resolver las dificultades de las mismas y sólo más tarde cuidan de los resultados que de ellas se pueden obtener. A los que así obran puede llamárseles virtuosos».

Confucio dijo: «Cuando las cualidades naturales se imponen sobre las que da la educación, el sujeto en cuestión será un rústico; cuando lo aprendido domina a lo innato, el individuo de que se trate será un vulgar funcionario; cuando lo natural y lo que deriva del estudio están armoniosamente mezclados es cuando nos encontramos ante un hombre superior».

lunes, 9 de mayo de 2016

Pasaje - De la Brevedad de la Vida - Lucius Annaeus Seneca

Pág. 124. De la brevedad de la vida. Lucio Anneo Séneca.


25.          «¿Cómo será, pues? Oíd por qué razón no las cuento entre los bienes, y cómo, puesto que estamos de acuerdo en que hay que poseerlas, la consideración en que las tengo difiere de la vuestra. Ponme en una casa opima, donde haya oro y plata a profusión: no me enorgulleceré por ello, ya que estas riquezas, aunque estén junto a mí, están fuera de mí. Llévame luego al puente por estar sentado entre los que tienden su mano a las limosnas, me tendré en menos. En efecto, ¿qué importa a nuestro objeto que le falte un mendrugo de pan a aquel a quien no le falta el poder morir? Entonces, ¿qué? Prefiero aquella casa espléndida al puente.
   Ponme en medio de unos muebles relucientes, rodeado de todas las comodidades: no me consideraré ni un ápice más feliz porque vista buen manto o porque mis invitados pisen alfombras de púrpura. Cambia mi lecho: no seré más desagraciado porque mi cansada cabeza repose en un brazado de heno o porque deba tenderme sobre un jergón de gladiador, reventado por todas las costuras de un viejo lienzo. Entonces, ¿qué? Prefiero demostrar mi ánimo vestido con la pretexta o la clámide a llevar la espalda descubierta o apenas abrigada. Pueden en buen hora secundar todos los días mis deseos, enlazarse nuevas prosperidades con las anteriores; no por ello estaré satisfecho de mí mismo.
   Cambia por su contrario esta bonanza de los tiempos; de aquí por allá sea mi ánimo batido por calamidades, duelos y reveses de todo género, que a ninguna hora le falte pena: no por ello me llamaré el más desagraciado entre los desagraciados, ni maldeciré ningún día, porque ya estoy dispuesto a que no haya días negros para mí. Entonces, ¿qué? Prefiero moderar mis goces a reprimir mis sufrimientos» He aquí lo que te dirá Sócrates: «Hazme vencedor de todos los pueblos: lléveme en triunfo el voluptuoso carro de Líber desde donde sale el sol hasta Tebas; pídanme leyes los reyes extranjeros: mientras por todas partes me saludarán como a un dios, yo me creeré más que nunca un hombre. Haz seguir de cerca este sublime encubrimiento por un cambio que súbitamente me despeñe: véame atado a una lanza extranjera para servir de adorno al cortejo triunfal de un soberbio y fiero vencedor: no me creeré más humillado por andar uncido a un carro ajeno que por haberme erguido sobre el mío.
    Entonces, ¿qué? Prefiero vencer a caer prisionero.»

Definiendo

Mis pensamientos me moldean, mis actos me definen.
Una buena causa me hizo caer en la locura, si no hago todavía uso de la razón, entonces, todavía seré un loco.

sábado, 7 de mayo de 2016

Maestros y discípulos


En un concierto de guqin del maestro Gong Yi:
-          (Discípulo 1) ¿Escucha lo bien que toca?
-          (Discípulo 2) Claro que sí.
-          (Maestro) No estáis escuchando, sólo oyendo.

Stellarium

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