«¡Oh, Tú, Gran Astro!» Si te
faltasen aquellos a quienes iluminas, ¿qué sería de tu felicidad? Durante diez
años, día tras día, has comparecido ante la boca de mi cueva: de seguro que ya
te habrías cansado tanto de tu luz como de tu girar eterno, a no ser por mí,
por mi águila y mi serpiente. Pero nosotros te aguardábamos todas las mañanas,
recibíamos de ti lo que te sobraba, y te bendecíamos con agradecimiento.
Pues bien: ya estoy hastiado de
mi sabiduría, como lo están las abejas que han acumulado un exceso de miel. Yo
necesito manos que se tiendan hacia mí.
Yo desearía otorgar y repartir
mercedes, hasta que los sabios entre los hombres volvieran a gozar de su
locura, y los pobres a gozar nuevamente de su riqueza.
Para ello debo descender a los
abismos², al igual que lo haces tú cuando cae el día.
1.
En la imitación, corrección e inversión, en
dosis distintas, del Evangelio, que es en gran parte el Zarathustra, Nietzsche comienza por dar como edad inicial del
profeta de su evangelio los treinta años, la edad inicial del Jesús de los
sinópticos. Pero mientras a los treinta años Jesús empieza su predicación,
Zarathustra se retira a las montañas, como etapa previa. Y esta etapa, de
incubación, va a durar dieza años.
2.
Untergehen,
«ir hacia abajo» (Zarathustra, de la montaña al valle; el Sol, del mediodía al
ocaso), significa hundirse, sumergirse, también ponerse (el Sol), y perderse. Untergehend es el «poniente».
Indudablemente Nietzsche juega con la reunión de todos esos sentidos.
Notas del traductor.
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