Zhonggong, que estaba empleado como ministro del jefe del
clan Ji, preguntó acerca del gobierno y Confucio le respondió: «En primer
lugar, hay que poner a trabajar a los pequeños funcionarios, después hay que
perdonar las faltas pequeñas y ascender a los que posean capacidades superiores».
Zhonggong dijo: «¿Y cómo sabré quién tiene capacidades
superiores para ascenderle?». Confucio respondió: «Asciende primero a aquellos
de los que ya lo sabes y las demás personas te darán indicaciones sobre los que
tú no conoces».
Zilu dijo: «El soberano de Wei ha estado esperándole, Maestro,
para que ordenara el gobierno, ¿qué es lo primero que habrá que hacer?».
Confucio respondió: «Lo que hace falta es rectificar los
nombres».
Zilu dijo: «¿De veras?, Maestro, ¿no estáis, tal vez, perdiéndole
un poco? ¿Cuál es la razón de semejante rectificación?».
Confucio dijo: «¡Qué burdo eres! El hombre superior es cauto
con lo que no sabe
» Si los nombres no son correctos, las palabras no se
ajustarán a lo que representan, y si las palabras no se ajustan a lo que
representan, los asuntos no se realizarán.
» Si los asuntos no se terminan, no prosperarán ni los ritos
ni la música; si la música y los ritos no se desarrollan, no se aplicarán con
justicia penas y castigos y, si no se aplican penas y castigos con justicia, el
pueblo no sabrá cómo obrar.
» En consecuencia, el hombre superior precisa que los
nombres se acomoden a los significados y que los significados se ajusten a los
hechos. En las palabras del hombre superior no debe haber nada impropio».
Una vez que hablaba con Confucio, el duque de She le dijo: «En
nuestra comunidad hay gente de conducta tan recta que, si un padre hubiera
robado un cordero, su propio hijo actuaría de testigo contra él».
Confucio dijo: «En la mía la rectitud de la gente es distinta:
el padre oculta lo que el hijo hace de malo y el hijo esconde lo malo que hace
su padre. En esto es en lo que reside la rectitud».
Fan Chi preguntó acerca de la virtud cívica perfecta.
Confucio respondió: «Consiste en ser cortés aun estando en privado, respetuoso
en la administración de los negocios y leal en la relación con los demás
hombres. No es lícito abandonar estas características, ni aunque se viva entre
los bárbaros».
Confucio dijo: «No puedo conseguir hombres que practiquen el
justo medio para darles mis enseñanzas, por eso me es preciso servirme de los
atrevidos y de los honestos. Los atrevidos avanzan por el Camino y toman cosas
de él, los honestos no hacen nada que no deban».
Confucio dijo: «El hombre superior está en armonía con los
demás, pero no siempre de acuerdo con ellos. El hombre vulgar se pone de
acuerdo con los demás, pero no está en armonía con ellos».
Confucio dijo: «El hombre superior es fácil de servir y
difícil de complacer. Si para complacerle no se utiliza el buen camino, no
quedará complacido. Él por su parte, dará a cada persona la responsabilidad
para la que cada uno esté preparado. El hombre vulgar, en cambio, es difícil de
servir y fácil de complacer. Aunque no se use el buen camino para complacerle,
quedará satisfecho, mientras que pretenderá que cualquier persona cargue con
cualquier responsabilidad».
Confucio dijo: «El hombre superior es digno sin orgullo, el
hombre vulgar es orgulloso sin dignidad».
Confucio dijo: «El letrado que suspira por la vida cómoda no
reúne los requisitos suficientes para que se le pueda considerar letrado».
Confucio dijo: «Las palabras de los virtuosos son
necesariamente buenas, mientras que los que bien hablan no son necesariamente
virtuosos. Los que son benevolentes hacia los demás necesariamente han de ser
valientes, mientras que los que sólo son valientes no serán por fuerza
benevolentes hacia los demás».
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