Cuatro Principios Básicos de Progreso Individual

 PROPÓSITO

Para los estoicos la disciplina empieza encontrando su propósito. Debes tener una razón para hacer lo que dijiste que harías o dejar de hacer lo que ya no deseas. Seguir haciendo tu propósito es eso para lo que fuiste creado, así como las plantas, los pájaros, las hormigas, las arañas, y las abejas tienen cada cual su tarea propia y contribuyen a su vez al buen orden del mundo. Tú también debes obrar de acuerdo a él, a lo que se conforma con tu naturaleza, es más, no hay mayor deleite para un ser humano que hacer eso para lo que fue creado.

Para nosotros sabemos muy bien aunque estemos perdidos y sin rumbo, atravesando un momento sombrío y doloroso, de alguna forma, intuimos que hay un propósito para nuestra existencia y que cuando la encontremos por fin hallaremos sosiego, y todo encajará, todo tendrá sentido. por ello debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano para encontrar ese propósito para el que fuimos creados. Debemos salir de la pasividad y buscar activamente, probando cosas hacia las que nos sintamos atraídos, abriéndonos a nuevas experiencias nos parezcan significativas, explorando nuevos puntos de vista todo con la clara intención de volvernos conscientes de esa naturaleza que nos es inherente. No actuar de forma exaltada o con el fin de distraernos o recrearnos porque sí, sino que te aventuras a explorar la realidad con el objetivo de encontrar eso que también está buscándonos a nosotros.

ACCIÓN

Los estoicos eran hombres de acción pero sus acciones siempre estaban orientadas hacia un objetivo claro y específico. Para que haya disciplina primero debe haber un objetivo. La disciplina no puede aplicarse a algo vacío y aleatorio sino que necesita de un motivo tangible. Cuando no tienes objetivos claramente definidos, tus acciones son irracionales e incompetentes. No hay viento favorable para el barco que no sabe hacia qué puerto se dirige, escribe Séneca. Antes de ponerte a actuar de forma ciega y apresurada debes marcarte un objetivo razonable. Tienes que analizar minuciosamente tu situación actual y a partir de ahí tienes que ser capaz de vislumbrar con criterio qué posibilidades te crees capaz de convertir en una realidad tangible. Una vez que tienes claramente definido un objetivo que tú sabes que puedes alcanzar, debes elaborar un plan diario donde cada acción cotidiana te va conduciendo paso a paso, hacia la conquista de tu meta. La disciplina es el hábito de la consistencia, ni más ni menos. Cuando estás comprometido de verdad, todos los pequeños pasos diarios también forman parte de tu compromiso. Si quieres ser escritor, escribes a diario. Si quieres ser deportista, haces deporte a diario. Si quieres ser cocinero, cocinas a diario. Si quieres aprender una habilidad, te dedicas a desarrollar su maestría a diario. Da igual si no estás motivado, nunca lo intentas, lo haces simplemente y sin ganas. Hay que ponerse en camino de la acción, ya que cada día tiene que haber progreso de algún tipo. Trata tu vida entera como si estuviera contenida en el momento presente, enfocándonos en hacer que este momento que vivimos cuente.

FORTALEZA

La disciplina indudablemente requiere de una gran fortaleza interior si no queremos desfallecer cuando se presentan situaciones inesperadas o darnos por vencidos cuando las cosas que no van  todo lo bien que a nosotros nos gustarían. Necesitamos fortalecernos, sin embargo, hay dos grandes obstáculos que nos debilitan y arruinan nuestra disciplina. La evitación de lo incómodo y la búsqueda del placer inmediato cuando estamos siempre escondiéndonos de la incomodidad y perseguimos la gratificación instantánea, la disciplina simplemente se esfuma. Los estoicos proponen dos estrategias de fortalecimiento interno para sobreponernos a estos dos enemigos de la disciplina. La primera es exponernos voluntariamente a situaciones difíciles. Hay que hacer que la vida sea rutinariamente incómoda de alguna forma. Evitar lo incómodo además de volverte frágil, conduce a la mediocridad porque cualquier logro significativo requiere de múltiples formas de incomodidad, esfuerzo físico y mental, coraje para enfrentarnos a lo desconocido, la amargura de la derrota, el miedo al fracaso, conflictos, desafíos inesperados, deshacernos de patrones de comportamiento deshonestos. Si no somos capaces de sostener cierta incomodidad, no hay logro ni tampoco crecimiento. Evitar  a toda costa lo que nos resulta molesto y fastidioso nos lleva a convertirnos por elección propia en personas débiles que no saben tolerar la más mínima dificultad, y como corregir todo lo que anda mal en nuestras vidas requiere atravesar las mazmorras de lo incómodo, nunca lo hacemos, sin embargo, exponernos de forma cotidiana y rutinaria a situaciones difíciles e incómodas nos prepara para vivir la vida con mayor coraje y disciplina. El ejercicio físico es un buen ejemplo: es una forma de esforzarte y exponerte voluntariamente a una actividad física que produce cansancio y suele doler, y por lo tanto, incomodidad. No comer esos alimentos repletos de azúcar y grasas, pasar una mañana sin mirar tus redes sociales cuando eliges ejecutar cotidianamente esas pequeñas acciones que te preparan para tolerar la incomodidad. Así te convertirás en una persona que ya no se esconde de lo trabajoso, aunque tu mente se queje porque no soporta la idea de hacer cosas con entereza porque ya no eres el tipo de persona que se esconde de lo difícil y desagradable.

La segunda estrategia de fortalecimiento es renunciar voluntariamente a toda esa gratificación instantánea y de corta duración que lejos de ayudarte a lograr  tus objetivos a largo plazo, sólo te obstaculizan. Todos estábamos de alguna forma enganchados a ciertos placeres transitorios que, aunque nos hacen sentirnos bien momentáneamente, nos alejan de convertirnos en quienes queremos llegar a ser para poder hacer todavía más y más. Pero si somos capaces de eliminar el impulso de darnos esos placeres, estaremos más cerca de lograr nuestro propio objetivo. La idea es muy simple; si quieres perder peso, no te comas ese pastel pues te hará sentirte bien en el momento, por un momento o instante, o incluso durante un poco de tiempo en que lo estés degustando o deglutiendo, sin embargo, te aleja de tu objetivo un paso hacia atrás lo que será demasiado si sólo andas muy poco cada día. Andar unos pocos pasos en muchas horas para retroceder uno o varios pasos hacia atrás por unos segundos o incluso varios minutos de gusto, no merece ni pena ni es razonable. La habilidad de retrasar el placer momentáneo en favor de una recompensa significativos que obtendrás más adelante es uno de los núcleos de la disciplina, y, a la vez, te hace más humano. Deja que de momento sean los animales los que requieran de esa gratificación en función de sus instintos para con su naturaleza. Cuando decidimos conscientemente no caer en la tentación de hacer eso que tanto nos apetece ahora, para tal vez más adelante poder experimentar algo mejor, creamos una mente disciplinada cuyo gozo ya no surge de buscar desesperadamente la complacencia, sino de apuntar hacia objetivos más nobles y elevados.

REFLEXIÓN

Tienes que  auto-examinarte a diario. Cada día debes evaluar tus acciones e intenciones, y encontrar tus puntos débiles a corregir rápidamente. Al final de cada día pregúntate, ¿en dónde fue puesta a prueba mi disciplina hoy?, ¿en qué situaciones tuve que sobreponerme a mis resistencias?, ¿caí en algún comportamiento negligente?, o, ¿cómo podría mejorar? Puedes elaborar una serie de preguntas y responderlas internamente al final del día, o puedes hacerlo a modo de diario, escribiendo acerca de tu progreso con la idea de crear siempre un espacio  para la reflexión y la autoevaluación. Si al examinarte te das cuenta de que tuviste un día malo, corrige lo que debes corregir, y sigue adelante, mas no lo uses como una excusa para convertirlo en una semana mala, un mes malo o un año malo. No caigas en el victimismo ni te quejes por no lograr aquello que no mereciste por tu falta de disciplina. Cuando te victimiza sólo neutraliza tu propio crecimiento asume responsabilidad. Y muy importante; tampoco permitas que otros te desmotiven. No dejes que quienes nunca lograron nada significativo desvíen de tus empeños. Las personas que han vivido su vida en un perpetuo estancamiento suelen vivir en la amargura, el resentimiento y detestando ver a quienes salen de la ciénaga en que ellos se hunden. 

Comentarios