Locos.



Somos los hijos no queridos y repudiados de Dios; falsos profetas, elegidos bufones, únicos como Barrabás, niños y niñas especiales como los de la Estación de Leningradsky los cuales se alimentaban de tóxicos hasta hace poco, se desconoce cual ha sido su futuro así como nosotros desconocemos cual será el nuestro. Rechazados por la sociedad cuerda, rechazados por nosotros mismos tanto psíquica como físicamente, he de señalar el porqué: después de recuperar la prudencia, el buen seso y juicio gracias a la medicación, especialistas, familia y nosotros mismos; nos vemos en un mundo que teme a los locos y nosotros mismos nos tememos entre nosotros. Físicamente, descuidamos nuestra alimentación y dietas, no practicamos el ejercicio físico como antes, muy pocos profesan algún oficio después, dormimos más por los somníferos que nos recetan, sobreviene en nosotros la apatía y la abulia como fuerza de la naturaleza que lo destroza todo a su paso. Hasta nuestros psiquiatras se burlan entre ellos de nuestras endiosadas ocurrencias en alguna que otra reunión a la hora del café. En definitiva, una carga social y dependiente de los cuerdos para sobrevivir, así es como se nos ve; los hijos no deseados de Dios. Constructores de Babel y sufriendo de hibris por nuestros excesos, así nos encontramos; hablando lenguas muertas mientras se nos cae la baba por las ropas, mientras nadie nos escucha y todo el mundo nos oye, nos ven y se lamentan, lloran afligidos, otros apartan la mirada y siguen su curso; como la vida misma.

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