El orden de las cosas.


Algunos son auténticos guerreros. No les subestimen. El ser humano en ninguna de sus etnias o razas debe ser subestimado. Los que se creen por encima de los demás a menudo y con demasiada frecuencia son rebajados por los dioses. ¡Y tienen toda la razón! No me cabe duda ya.

Verdaderos guerreros. Auténticos héroes. Vigentes campeones. Ancestros y precursores. Sangre de ganadores. No les subestimen.

Aquéllos, los que se han pasado toda su vida luchando contra las tempestades, a la intemperie, que los dioses han enviado sobre la Tierra, han sido más meticulosamente escogidos que aquellos quienes se han resguardado en sus casas tormenta tras tormenta. ¿No debemos llamarle a esto selección natural acaso? Acaso las frías y duras calles que hemos creado antaño no son reflejo de ello. Las llaman selvas de asfalto, mucha razón poseen aquéllos. Son selvas y son harto desagradables, tanto que ninguno de nosotros aguantaría una noche. Ninguno de nosotros soportaría el peso de las calles, de esas calles ni una noche solo. Allí donde impera la ley de la selva, allí donde se sufren los advenimientos más horrorosos que el ser humano se puede imaginar.

Con ello decir que una calle no brota de la nada, ni de una semilla como el árbol y todo eso; ni tan siquiera los caminos lo hacen tampoco por muy sinuosos que sean. Las calles las hace nuestra gente más trabajadora, incansablemente de sol a sol, ellos obran como dioses. Del Ora et Labora a la construcción; aquéllos que construyen encima de las calles, los albañiles que edifican con sus manos y todos los que se incluyen en una obra hasta su completa realización. Los que planean todo aquello por construir y, finalmente, los que ponen el dinero.

La sociedad jerarquizada mantiene el orden de las cosas y las personas ergo es necesaria.

Cuenta Aristóteles que, al ser interrogado Simónides acerca de si prefería ser sabio o rico, contestó que era mejor lo último, «porque a los sabios es posible verles acercándose a las puertas de los ricos». —Platón no sentía gran simpatía por el poeta—. Sócrates, replicó: «los sabios conocen cuáles son sus necesidades, mientras que los ricos no saben que aquello de que necesitan es la virtud que pueden adquirir tratando con los sabios».

Comentarios