Sueño profundo y viajes astrales: parálisis del sueño.

Me levanté asustado, había un gran desconcierto en la calle con las bocinas de coches, autobuses, camiones, incluso alarmas de ambulancias y bomberos, la policía y la guardia civil. Me asomé a la ventana y debajo de mi casa se podían escuchar voces por walky talkie y radio. Pasaron varios aviones rasantes creí discernir que eran cazas por la velocidad a la que iban. Las campanas de la iglesia de mi barrio tañían incesantemente, más a lo lejos se podían oír las sirenas de colegios y fábricas. La guerra nuclear había comenzado.

He aquí el clamor de las trompetas del día del juicio final.

Un tenue resplandor seguido por otro grande irrumpieron en el cielo. Se podía ver allá a lo lejos lo que parecía una gran humareda. Momentos después, de repente, la leve brisa de aire se convirtió en un gran fuerte viento huracanado que rompió cornisas y ventanas, me impulsó hacia atrás, caí sobre la cama y seguidamente escuché un gran estruendo, como el de un rayo a mi lado, era como un terremoto (todo temblaba).
Entonces me desperté ofuscado, empapado de sudor y confuso; anonadado. El sueño me había jugado una mala pasada, —pensé para mis adentros—.


Entonces escuché el cerrojo de la puerta de casa, en mi piso, ¿quién podría ser si sólo yo tenía las llaves? Echaron la puerta abajo gritando: ¡policía, policía, al suelo! 
Dios, ¿pero qué era esto sino una broma de swating a estas horas?

Volví a despertar, todavía en cama, empapado. —¡Mierda!— Miré el reloj, aún eran las 4:46 de la madrugada. A mi lado estaba mi gata, sobre la cama descansaba tranquilamente.

Comentarios