Adaptación de retahíla. 2.0



De lejos la vi llegar hasta el punto en que yo me encontraba, delante del parque de mi casa, donde jugaban alegres los niños del vecindario, algo o a alguien buscaba sin prisas pero sin pausa y con la gallardía de una mujer adulta, la acera era toda suya mientras se paseaba por ella hasta mí. Habiendo llegado apenas a dos pasos de mi persona, no lo dudé, le pregunté si a quien buscaba era a mí, pues en ese momento yo creía que giraba todo en torno mío predispuesto a los delirios de grandeza que en lo más adentro de mi cabeza se tornaban reales por momentos. Mi frágil cerebro no dudaba en aquellos instantes, la tenía por primera vez a mi vera, era la muerte. En ese instante debería haber despertado de la proyección astral en la que me había hundido hasta lo más hondo de mi alma durante el sueño pero no lo hice, o eso creo.

La estaba viendo delante mía, en lo alto, era una forma alada sobre mi sepulcro, comenzó penetrando en mí su mirada, la evito, dirigiendo la mía al suelo plagado de larvas, de repente, extiende sus alas y comienza a emitir diabólicas plegarias invadiéndome el horror y una poderosa aversión, mientras la desesperación se adueña de su deprecación suplicando en lenguaje infrahumano. Así comenzaron a levantarse los muertos envueltos en llamas, en la lejanía se adueñaban de la confusión los aullidos de cánidos, me revuelvo y escapo agarrándome como puedo a lo que tengo más cercano sintiendo la piel adherirse a las haladas lápidas, los omnipresentes dirigiéndome sus vacías cuencas, también me señalan con sus falanges entre las tinieblas, de las criptas murciélagos huyendo y el parénquima por los cuerpos resbalando, así, exudando ámbar estupefactos los árboles, la demencia se apodera de mis facultades viniendo a mi mente imágenes brutales de castigos, de torturas; la sierra, la artesa,… entretenimiento morboso y sádico de un torturador, de un verdugo; las veo, una panorámica en líquidos matices rojos, zarpas desplazándose por un sendero de huesos, cuerpos empalados en largos charcos desangrándose, cuadrúpedos por el verde fango nauseabundo arrastrándose, tótems embrujados de cabezas vivientes, por los pies reptando silenciosas en su propio veneno serpientes, susurros al unísono apelando a demonios en oraciones.El viento enloquece desesperado y frígido exhalado de un lago pantanoso hasta su último hálito, cuando de repente despierto en un grito sobrecogedor y encogido.

Abrumado por el estruendo de los truenos y ofuscado por cegadores relámpagos me sobrepongo haciendo un esfuerzo sobrehumano, inundado de adrenalina en la cama mientras veo a lo lejos, por la ventana de mi habitación, como el sol se pone precediendo al crepúsculo de esta deleznable noche de invierno. Una imagen que me consuela en silencio acompañado de un profundo llanto que haría sobrecogerse al mismísimo lector de este texto.

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