lunes, 28 de enero de 2008

PSGuard, SpyAxe y sus variantes...

Últimamente mi compañero de piso tiene problemas con este tipo de cosas:

http://www.forospyware.com/t4239.html

http://www.forospyware.com/t143706.html

Lo que no me suele agradar demasiado es que traslade éstos a mi tiempo, aunque; uno también se divierte 'matando bichos'.

jueves, 24 de enero de 2008

Pup-up.

Ya he borrado el pup-up que saltaba al entrar en la página. Lo he descubierto navegando con Linux, pues en Windows no me aparecía, por eso seguía ahí, jodiendoos seguramente. Perdón.

Informática y redes inalámbricas.

De la versatilidad de una navaja suiza a una normal, hay un tramo; de BackTrack3(beta) a una repleta y enorme caja de herramientas, pues no tanto según parece.

Úsense siempre los conocimientos con moderación. :)

Enlace - Blog Carzel

Bioquímica y esperanza de vida.

He descubierto hoy, vía menéame, una noticia que me ha impresionado un tanto. Hace no mucho tiempo leí algo de varios 'expertos' en el tema que me dejó con algunas dudas.

Exceso de información y medios.

Sobran videos.

Demasiada información para gente con tan poca capacidad de asimilación de la misma, es el problema real.

Gente de todo tipo tiene acceso a esto, y eso no es nada reconfortante.

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Mi libertad se termina donde empieza la de los demás.
Jean Paul Sartre (1905-1980) Filósofo y escritor francés.

martes, 22 de enero de 2008

Supeditado.

¿Por qué? Porque me llevo desarrollando algo más de dos décadas en un Sistema social antinatural.

¿Expresión equivocada quizá? ¿Es un complejo de sistemas naturales para el ser humano?
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sistema. (Del lat. systēma, y este del gr. σύστημα). m. Conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí. || 2. Conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objeto. || 3. Biol. Conjunto de órganos que intervienen en alguna de las principales funciones vegetativas.

social. (Del lat. sociālis). adj. Perteneciente o relativo a la sociedad. || 2. Perteneciente o relativo a una compañía o sociedad, o a los socios o compañeros, aliados o confederados.

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¿Sistema social contranatural?

antinatural. adj. contranatural.

contranatural. (De contra1 y natural). adj. Contrario al orden de la naturaleza.

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¿Natural para el ser humano y contranatural para la naturaleza? ¿Se debe la naturaleza adaptar a nosotros o, por el contrario, nosotros a ella?

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No sólo obligamos a los de nuestra especie a adaptarlos a nuestras necesidades e ideas sino que también lo hacemos con la naturaleza.
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¿Qué somos? - Seres humanos, animales vertebrados, 'racionales'...
¿De dónde venimos? - De la materia-energía y seres 'más simples' que nosostros.
¿A dónde vamos? - Hacia la materia-energía y seres 'más complejos' que nosotros. (En caso de GMIII o un tercer periodo cuatrienal de gobierno por parte del señor Aznar, cosa no posible por ahora), nos desviaríamos hacia otros seres 'más simples'.

*Simples y complejos -> evolutivamente hablando si tachamos a nuestra especie de muy compleja respecto de todas las demás conocidas. Compleja respecto al tamaño, y utilización del encéfalo para unas u otras cosas que nuestra especie valora en mayor o menor medida según sus necesidades.

No puedo evitar intercalar algún chiste, es que vaya preguntas y respuestas estúpidas que formula la gente cuando no tiene nada que hacer. (Me incluyo, suelo hacerlo.)

Dinero.

Si desaparece dinero de la vista, habrá que ir a buscarlo a/en: Islas Caimán, Mónaco, Suiza..., cajas fuertes (varias) de los multimillonarios, algún que otro búnker, bonos del estado...


El Ciclo económico semeja el Yin y el Yang o la Entropía termodinámica..., incluso algo así como "el tiro de la cuerda" al que nos incitaban a jugar los maestros en el EGB.


sábado, 19 de enero de 2008

Históricos inútiles.

Aprender sin pensar es inútil. Pensar sin aprender, peligroso.
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.

He aquí... ¿cúantos han leído
Il Principe di Niccolò di Bernardo dei Machiavelli? Utopia of Sir Thomas More?
Desde principios del siglo XVI "siglo de oro de las bellas letras"...

Podría poner 'Gobernadores inútiles.' de título.

Deidad.

El estudio de la perspectiva caballera, la cual sólo se puede apreciar desde el cénit, se realiza partiendo de la perspectiva lineal y rozando un diminuto punto en un plano “exdimensional” acotado por la propia imaginación, por lo tanto; uno (me incluyo a mí) no debe proclamarse portador de ninguna ‘verdad universal’ como se suele hacer en muchas afirmaciones sobre el llamado conocimiento y sus conceptos.

Teniendo en cuenta que todo lo que almacenamos en nuestro cerebro son datos limitados por su propia condición de datos: el conocimiento absoluto, desde mi punto de vista, semeja algo imposible.

Bien, se podría afirmar que Dios no puede poseer un conocimiento absoluto mas, desde nuestra perspectiva, necesita poseerlo para crear 'todo'.

Partiendo de esta afirmación y de que ente significa:

ente. (Del lat. ens, entis, ser). m. Fil. Lo que es, existe o puede existir. || 2. entidad (ǁ con personalidad jurídica, particularmente si se halla relacionada con el Estado). || 3. coloq. Sujeto ridículo o extravagante. || ~ de razón. m. Fil. El que no tiene ser real y verdadero y solo existe en el entendimiento.


A lo único que aspira por ahora Dios es a ser un ente de razón, mas no un ente racional. Así como vayamos mejorando nuestra lógica, comprobaremos que ni siquiera éste puede tratarse como un ente y que tampoco tendrá cabida en el entendimiento futuro.


Podríamos tener como “Dios” a un ‘super-hombre’ (en el caso de parecerse a nosotros morfológicamente) proveniente de otro sistema o de un futuro lejano, con mayor volumen y masa cráneo-encefálica, con las funciones cerebrales mejoradas o superiores a las nuestras. Mayor capacidad cognitiva, lógica… En cuanto a los sentidos éstos podrían cambiar respecto a los nuestros mermando o mejorándose. Sobre todo conocedor mediante la razón (como animal racional) de los secretos más oscuros del Todo.


En todo caso, comprender, es un concepto que comienza y finaliza en la razón. Percibir y asimilar los ‘datos’ entendiéndolos y administrándolos de otra manera, no tiene cabida aun en nuestra razón. Imagínese una hormiga o, mejor ejemplo quizá, esta misma Deidad no racional, de la que intentamos hablar, dialogando con nosotros.


Cabe destacar que la evolución de nuestro cerebro ha contribuido a facilitar nuestras relaciones sociales, hablar, comprender, asimilar… se puede pensar que la razón y la lógica no son más que ligeros ‘ajustes o desajustes’ en animales, en nuestro caso racionales, mas no quiero señalar a los humanos como únicos seres racionales en este planeta u otros.


La evolución es real y comprensible, es un hecho, y además: seguiremos evolucionando/mutando respecto de lo que somos.

jueves, 17 de enero de 2008

Algo más sobre la percepción y el recuerdo.

331 Redes - ¿Por qué nos engaña el cerebro? 1de2 – Youtube

331 Redes - ¿Por qué nos engaña el cerebro? 2de2 – Youtube

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Amnesia Anterógrada.

Cine, películas – tema.

Memento.

50 primeras citas.

De la asociación entre: aqua et focus, caelum et terram.

Del cómo lo hice, de lo relativo al sitio en el que lo encontré y por los lugares que pasé, de lo que sentí… comencé a hablar. Con el tiempo se convirtió en una costumbre asociada a determinado acto. Quizá fuese el deseo de acercarte a mí, de obtener mi atención, o quizá probar el trozo de carne que yo había empezado.

Entonces niños y jóvenes, ansiosos por saber, empezaron a preguntar. A mis historias le aplicásteis vuestras experiencias y se las contásteis a vuestros hijos.

Del «¿Qué?» ahora pretendéis llegar a…


Preguntaros primero si estáis preparados para asimilar la penúltima respuesta y plantear la última pregunta, no al revés; pues la última respuesta no existe:


"Te mostraré que este sendero es por completo inescrutable; no conocerás, en efecto, lo que no es (porque es innaccesible) ni lo mostrarás. "

Παρμενίδης - Parménides (Elea Magna 540 adC - 470 adC)

mac book air

Qué bonito!

Alquiler viviendas (interesante).

http://www.paranoias.es/ayudas-para-el-alquiler-cuentaselo-a-otro/

Me dejan perplejo aún cosas como éstas:

Lapidaciones
http://web.es.amnesty.org/iran-lapidaciones/
Carreras autos.
http://www.lavozdegalicia.es/galicia/2008/01/16/0003_6483318.htm
Silencio eclesiástico.
http://meneame.net/story/papa-benedicto-xvi-orquesto-proteccion-curos-pedofilos

martes, 15 de enero de 2008

2ª Parte - Economía por J.E.S.

RESPONSABILIDAD DEMOCRÁTICA Y LOS FRACASOS

Pero nosotros en Occidente desempeñamos un papel que estuvo lejos de ser neutral e insignificante. El FMI se permitió ser despistado porque quería creer que sus programas estaban funcionando, porque deseaba seguir prestando, porque ansiaba creer que estaba remodelando Rusia. Y sin duda ejercitamos alguna influencia en el curso del país: concedimos nuestro imprimátur a los que estaban en el poder. El que Occidente pareciese dispuesto a negociar con ellos –a alto nivel y con miles de millones de dólares- les dio credibilidad; el hecho de que otros no pudieran conseguir dicho apoyo claramente operaba en su contra. Nuestro apoyo tácito al programa de préstamos a cambio de acciones pudo acallar las críticas: después de todo, el FMI era el experto en la transición, había reclamado una privatización tan rápida como fuese posible, y los préstamos a cambio de acciones eran, aunque fuera sólo eso, rápidos. La corrupción no fue evidentemente una causa de preocupación. El apoyo, las políticas –y los miles de millones de dólares de dinero del FMI- no sólo pudieron permitir que el Gobierno corrupto con sus políticas corruptas permaneciese en el poder, sino incluso mitigar la presión en pro de reformas más significativas.

Hemos apostado por favorecer a algunos líderes y promover estrategias concretas de transición. Algunos de esos líderes han resultado ser incompetentes, otros corruptos, y otros han sido las dos cosas a la vez. No tiene sentido aducir simplemente que las políticas eran acertadas pero no fueron aplicadas bien. La política económica no puede predicarse sobre un mundo ideal sino sobre el mundo tal como es. Hay que diseñar las políticas no en función de cómo serían aplicadas en un mundo ideal sino en el mundo real donde vivimos. Se emitieron juicios desfavorables a la exploración de estrategias alternativas más prometedoras. Hoy, justo cuando Rusia empieza a exigir responsabilidades a sus dirigentes, también deberíamos hacerlo con nuestros dirigentes. Los exámenes probablemente no obtendrán calificaciones favorables.

LA OTRA AGENDA DEL FMI

Los nada exitosos esfuerzos del Fondo Monetario Internacional durante los años ochenta y noventa plantean problemáticos interrogantes sobre la manera en la que el Fondo enfoca el proceso de globalización, esto es, sobre cómo concibe sus propios objetivos y cómo procura alcanzarlos como parte de sus papel y misión.

El FMI cree que está realizando las tareas que le han sido asignadas: promover la estabilidad global, ayudar a los países subdesarrollados en transición a conseguir no sólo la estabilidad sino también el crecimiento. Hasta recientemente el FMI debatía sobre si debía atender a la pobreza –era la responsabilidad del Banco Mundial- pero en la actualidad la ha incorporado también al menos retóricamente. Creo, no obstante, que ha fracasado en su misión, y que los fracasos no fueron meras casualidades sino consecuencias del modo en que entiende su misión.

Hace muchos años, la célebre frase del presidente de la General Motors y secretario de Defensa, Charles E. Wilson, «lo que es bueno para la General Motors es bueno para el país», se convirtió en el símbolo de una visión particular del capitalismo estadounidense. El FMI a menudo parece favorecer una visión análoga –«lo que la comunidad financiera opina que es bueno para la economía global es realmente bueno para la economía global y debe ser puesto en práctica». Esto es verdad en algunos casos, pero en muchos otros no lo es. En algunas circunstancias lo que la comunidad financiera cree que favorece sus intereses en verdad no lo hace, porque la ideología predominante del libre mercado empaña la claridad del pensamiento sobre cómo abordar mejor los males de una economía.

¿SE PIERDE LA COHERENCIA INTELECTUAL? DEL FMI DE KEYNES AL FMI ACTUAL

Había una cierta coherencia en la concepción que sobre el Fondo y su papel tenía Keynes (el padrino intelectual del FMI). Keynes identificó un fallo del mercado –una razón por la cual los mercados no deben ser dejados en libertad– que podría arreglarse mediante una acción colectiva. Le inquietaba que los mercados pudiesen generar un paro persistente. Fue más allá. Demostró por qué era necesaria una acción colectiva global, porque las acciones de un país afectan a otros. Las importaciones de un país son las exportaciones de otro. Los recortes en las importaciones de un país, por cualquier razón, dañan las economías de otros países.

Había otro fallo del mercado: Keynes temía que en una severa recesión la política monetaria no fuera afectiva, y que algunos países no pudieran endeudarse para financiar un incremento del gasto o para compensar la reducción de impuestos necesaria para estimular la economía. Incluso un país aparentemente solvente podría ser incapaz de conseguir fondos. Keynes no se limitó a identificar un conjunto de fallos del mercado: explicó por qué una institución como el FMI podría mejorar las cosas, presionando sobre los países para que mantuvieran sus economías en pleno empleo y aportando liquidez para las naciones que afrontaran recesiones y no pudiesen financiar un incremento expansivo en el gasto público, la demanda agregada global podr­ía ser sostenida.

Hoy, sin embargo, los fundamentalistas del mercado dominan el FMI; ellos creen que en general el mercado funciona bien y que en general el Estado funciona mal. El problema es evidente: una institución pública creada para corregir ciertos fallos del mercado pero actualmente manejadas por economistas que tienen mucha confianza en los mercados y poca en las instituciones públicas. Las incoherencias del FMI parecen especialmente problemáticas cuando se enfocan desde la perspectiva de los avances de la teoría económica en las tres últimas décadas.

La economía profesional ha desarrollado un enfoque sistemático de la teoría de la acción estatal por los fallos del mercado, que intenta identificar por qué los mercados pueden funcionar bien y por qué la acción colectiva es necesaria. En el plano internacional, la teoría identifica por qué los Estados individuales pueden no servir al bienestar económico global, y cómo la acción colectiva global, la acción concertada de las administraciones e un trabajo conjunto, a menudo mediante instituciones internacionales, puede mejorar las cosas. El desarrollo de una visión intelectual coherente de política internacional para una agencia internacional como el FMI exige así la identificación de casos relevantes en los que los mercados pueden funcionar, y el análisis de cómo políticas concretas pueden evitar o minimizar los daños provocados por dichos fallos. Debería ir más allá, demostrar cómo las intervenciones específicas son la mejor forma de atacar los fallos del mercado, afrontar los problemas antes de que ocurran y remediarlos cuando surjan. Como hemos apuntado, Keynes presentó un análisis que explicaba por qué los países podían no acometer por sí solos políticas suficientemente expansivas –no tomarían en cuenta los beneficios que ello acarrearía para otros países–. Por eso se intentó que el FMI, en su concepción original, ejerciera una presión internacional a los países para que aplicaran políticas más expansivas que las que escogerían por sí solos. Hoy el Fondo ha invertido su rumbo, y presiona a las naciones, sobre todo a las subdesarrolladas, para que apliquen políticas más contractivas que las que aplicarían por sí solos. Pero aunque el FMI hoy visiblemente rechaza las ideas de Keynes, a mi juicio no ha articulado una teoría coherente de los fallos del mercado que justificaría su propia existencia y proporcionaría una justificación racional de sus intervenciones concretas en los mercados. La consecuencia, como hemos visto, es que el FMI suele fraguar políticas que, además de agravar las mismas dificultades que pretenden arreglar, permiten que esas dificultades se repitan una y otra vez.

Ya hemos encontrado dos de las críticas fundamentales que plantean los gradualistas: «Rápidamente y bien no puede ser»: es difícil diseñar bien unas reformas adecuadas, y la secuencia es importante. Por ejemplo, se necesitan significativos requisitos para que una privatización masiva funcione, y la creación de esos requisitos toma su tiempo*. El estilo peculiar de las reformas rusas demuestra que los incentivos cuentan, pero el capitalismo artificial de Rusia no presentaba incentivos para la creación de riqueza y el crecimiento económico, sino para la liquidación de activos. En lugar de una economía de mercado que funcionase apaciblemente, la apresurada transición llevó a un caótico salvaje Este.

*Si uno liberaliza los mercados de capitales, por ejemplo, antes de crear un clima local atractivo para la inversión –como recomendaba el FMI– uno está invitando a la huida de capitales. Si uno privatiza empresas antes de crear localmente un mercado de capitales eficiente, de una manera que entrega la propiedad o el control a los que están cerca de la jubilación, no hay incentivos para la creación de riqueza a largo plazo, sino para la liquidación de activos. Si uno privatiza antes de crear una estructura reguladora y jurídica para una competencia perdurable, hay incentivos para crear monopolios e incentivos políticos para impedir la creación de dicho régimen de competencia. Si uno privatiza en un sistema federal, pero permite que las autoridades regionales y locales apliquen libremente impuestos y regulaciones, uno no ha eliminado el poder y los incentivos de las autoridades públicas para obtener rentas; en cierto sentido, uno no ha privatizado en absoluto.

EL ENFOQUE BOLCHEVIQUE DE LA REFORMA DE LOS MERCADOS

Si los reformadores radicales hubiesen mirado más allá de su estrecha visión económica, habrían comprobado que la historia enseña muy pocos o ningún final feliz de los experimentos de reformas radicales. Esto fue así desde la Revolución francesa de 1789 y la Comuna de París de 1871, hasta la Revolución bolchevique en Rusia en 1917 y la Revolución Cultural china en los años sesenta y setenta. Es fácil percibir las fuerzas que hicieron surgir cada una de esas revoluciones, pero todas generaron sus Robespierre, sus líderes políticos que fueron corrompidos por la Revolución o bien la arrastraron a los extremos. En contraste, la exitosa «revolución» norteamericana no fue genuina revolución social; fue un cambio revolucionario en las estructuras políticas, pero representó un cambio evolucionista en la estructura de la sociedad. Los reformadores radicales de Rusia intentaron simultáneamente una revolución en el régimen económico y en la estructura de la sociedad. Lo más triste es que finalmente fallaron en ambos objetivos: hubo una economía de mercado en la cual numerosos apparatchiks del partido simplemente fueron investidos con más poderes para controlar y beneficiarse de las empresas que antes habían gestionado, y en la cual las palancas del poder aún permanecían en manos de antiguos funcionarios del KGB. Hubo, empero, una dimensión nueva: apareció un puñado de nuevos oligarcas, capaces de y dispuestos a ejercer un inmenso poder político y económico.

Los reformadores radicales emplearon de hecho estrategias bolcheviques, aunque recurrieran a textos distintos. Los bolcheviques impusieron el comunismo a un país que no lo quería en los años que siguieron a 1917. Sostuvieron entonces que la forma de construir el socialismo era que los cuadros de la élite «lideraran» (a menudo un eufemismo por «obligaran») a las masas hacia el camino correcto, que no era necesariamente el camino que las masas preferían o pensaban que era el mejor. En la «nueva» revolución poscomunista rusa, una elite, encabezada por burócratas internacionales, análogamente intentó forzar un cambio rápido sobre una población reticente.

Los que abogaban por el enfoque bolchevique no sólo ignoraban la historia de dichas reformas radicales; además, postulaban que los procesos políticos operarían de un modo sin antecedente histórico alguno. Por ejemplo, economistas como Andrei Shleifer, que reconocían la importancia del marco institucional para una economía de mercado, creyeron que la privatización –no importaba cómo fuera aplicada– conduciría a una demanda política de las instituciones que gobiernan la propiedad privada.

Cabe pensar en el argumento de Shleifer como en una (injustificable) extensión del Teorema de Coase. El economista Ronal H. Coase, que obtuvo el premio Nobel por su obra, argumentó que para alcanzar la eficiencia son esenciales unos derechos de propiedad bien definidos. Incluso si se distribuían los activos alguien que no sabía administrarlos bien, en una sociedad con derechos de propiedad bien definidos esa persona tendría un incentivo a venderlos a alguien que los podría gestionar eficientemente. De ahí, concluían los partidarios de la privatización rápida, que no fuera necesario prestar mucha atención a cómo se hacía la privatización. Hoy se reconoce que las condiciones bajo las cuales la conjetura de Coase es válida con sumamente restrictivas* –y ciertamente no existían cuando Rusia se embarcó en la transición.

*Este teorema es válido sólo cuando no hay costes de transacción ni imperfecciones en la información. El propio Coase admitió la severidad de esas limitaciones. Asimismo, nunca es posible especificar cabalmente los derechos de propiedad, y ello era especialmente cierto en las economías de transición. Incluso en los países industrializados avanzados, los derechos de propiedad quedan circunscritos por consideraciones del medio ambiente, los derechos de propiedad quedan circunscritos por consideraciones del medio ambiente, los derechos de los trabajadores, la planificación urbana, etcétera. Aunque las leyes puedan procurar clarificar estos asuntos en todo lo posible, con frecuencia surgen disputas que hay que zanjar mediante procesos legales. Por suerte, dado el «imperio de la ley» existe una confianza general en que esto se hace de modo justo y equitativo. Pero no en Rusia.



próximamente la 3ª

eBooks...

Acabo de conseguir un lote de libros electrónicos tan grande como el que ya tenía, ahora sólo me falta un portátil :D

Utopía - Thomas More/Tomás Moro

Me encantó el segundo libro en el que se describe a Utopía y a los utópicos. Lo que no me gustó mucho de este sinlugar fue el tener que pedir permiso por parte de los ciudadanos para viajar (jajaj).

lunes, 14 de enero de 2008

1ª Parte - Economía por J.E.S.

Aquí va la primera entrega de "los mejores pasajes (para mí)" del libro El malestar en la globalización de Joseph E. Stiglitz.

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DE CÓMO LAS POLÍTICAS EQUIVOCADAS MALOGRARON LA TRANSICIÓN
Ya hemos visto algunas de las formas en las que las políticas del Consenso de Washington contribuyeron al fracaso: la privatización mal hecha no llevó a incrementar la eficiencia o el crecimiento sino a la liquidación de activos a la decadencia. Hemos visto cómo los problemas se potenciaron por las interacciones entre las reformas, así como su ritmo y secuencia: la liberalización del mercado de capitales y la privatización facilitaron la salida de dinero del país, la privatización previa al establecimiento de una infraestructura legal propició a la vez la posibilidad y el incentivo para liquidar activos en vez de reinvertir en el futuro del país. Una descripción cabal de lo que sucedió a un análisis completo de los modos en que los programas del FMI contribuyeron a la decadencia del país ocuparían un libro entero. Sólo bosquejaré aquí tres ejemplos. En cada caso, los defensores del FMI alegarán que las cosas habrían sido peores sin sus programas. En algunos –como la ausencia de políticas de competencia- el FMI insistirá en que dichas políticas integraban el programa, pero Rusia ¡ay! No las puso en práctica. Es una defensa ingenua: dadas sus docenas de condiciones, todo estaba en el programa del FMI. Pero Rusia sabía que cuando llegara el momento de la inevitable charada en la cual el FMI amenazaría con recortar la ayuda, Rusia negociaría duro, se alcanzaría un acuerdo (no siempre sería cumplido) y la espita del dinero volvería a abrirse. Lo que contaba eran los objetivos monetarios, los déficits presupuestarios y el ritmo de las privatizaciones; el número de empresas que a habían pasado a manos privadas, no importaba cómo. Casi todo lo demás era secundario; y mucho –como la política de competencia- era virtualmente fachada, para rebatir a los críticos que decían que se estaban olvidando ingredientes importantes de una buena estrategia de transición. Como no dejé recomendar políticas de competencia más intensas, los rusos que coincidían conmigo, los que intentaban establecer una genuina economía de mercado, los que procuraban crear una efectiva autoridad de competencia.
No es fácil decidir qué destacar, qué prioridades establecer. Los manuales de economía con frecuencia son una guía insuficiente. La teoría económica dice que para que los mercados funcionen bien tiene que haber competencia y propiedad privada. Si reformar fuera fácil, bastaría con blandir una varita mágica y ambas aparecerían. El FMI optó por enfatizar la privatización, y despachó la competencia a toda prisa. Su lección acaso no fue sorprendente: los intereses empresariales y financieros a menudo se oponen a las políticas de competencia, porque ellas restringen sus posibilidades de ganar dinero. Las consecuencias de este error del FMI fueron mucho más graves que los meros precios elevados: las empresas privatizadas procuraron establecer monopolios y cárteles, para ampliar sus beneficios, sin disciplina de políticas antitrust efectivas. Y, como suele suceder, los beneficios monopólicos son particularmente seductoras para los que están dispuestos a recurrir a técnicas mafiosas para lograr el dominio del mercado o imponer la colusión.
El Modo en que la transición tuvo lugar en Rusia erosionó este capital social. Uno no se enriquecía trabajando duro o invirtiendo, sino empleando los contactos políticos para conseguir barata la propiedad estatal en las privatizaciones. El contrato social, que une a los ciudadanos y su Gobierno, se rompió cuando los pensionistas vieron que el Gobierno regalaba valiosos activos públicos pero afirmaba que no tenía dinero para pagar sus pensiones.
El énfasis del FMI en la macroeconomía –y en particular la inflación- hizo que dejara de lado los problemas de la pobreza, la desigualdad y el capital social. Cuando se le indicaba esta miopía, respondía: «La inflación es especialmente severa con los pobres». Pero su esquema político no estaba diseñado para minimizar el impacto sobre los pobres. Y al desdeñar los efectos de sus políticas sobre los pobres y el capital social, el FMI de hecho conspiró contra el éxito macroeconómico. La erosión del capital social generó un ambiente poco propicio para la inversión. La falta de atención del Gobierno ruso (y el FMI) hacia una red mínima de seguridad frenó el proceso de reestructuración, porque los más obstinados directores de fábricas a menudo veían que era difícil despedir trabajadores cuando sabían que no había casi nada entre el despido y los apuros más extremos, por no decir el hambre.
MÁS POBREZA Y DESIGUALDAD
Poco después de llegar al Banco Mundial, empecé a prestar más atención a lo que sucedía y a las estrategias seguidas. Cuando plantee mis reservas en estos asuntos, un economista del Banco que desempeñó un papel clave en las privatizaciones respondió acaloradamente. Citó los atascos de tráfico –y los muchos Mercedes– en las salidas de Moscú cualquier fin de semana durante el verano, y las tiendas repletas de lujosos bienes importados. Este panorama era muy distinto de los comercios vacíos y descoloridos típicos del antiguo régimen. Yo no disentía de que hubiese un número considerable de personas que se habían enriquecido lo suficiente como para provocar embotellamientos de tráfico o crear una demanda suficiente de zapatos de Gucci y u otros artículos de lujo importados como para que algunas tiendas prosperaran. En numerosos lugares de descanso en Europa los rusos opulentos han reemplazado a los acaudalados árabes de hace dos décadas. En algunos de ellos hasta los nombres de las calles aparecen en ruso además de en la lengua local. Pero un atasco de Mercedes en un país cuya renta per cápita es de 4730 dólares (como era en el 1997) es señal de enfermedad, no de salud. Es un signo nítido de que la sociedad concentra su riqueza en una minoría y no la distribuye entre la mayoría.
La transición en Rusia expandió significativamente el número de pobres e hizo prosperar a un puñado de ricos, pero a la clase media la aniquiló. Primero, la inflación agotó sus magros ahorros. Como los salarios no acompañaron a la inflación, las rentas reales bajaron. Los recortes en los gastos de educación y salud erosionaron aún más sus niveles de vida. Los que pudieron emigraron (algunos países, como Bulgaria, perdieron el diez por ciento de su población o más, y una fracción aún mayor de su fuerza de trabajo mejor preparada). Los brillantes estudiantes de Rusia y otros países de la antigua Unión Soviética con los que me he topado trabajan duro con una sola ambición: emigrar a Occidente. Estas pérdidas son relevantes no sólo por lo que comportan para los que viven ahora en Rusia sino por lo que permiten presagiar para el futuro: históricamente, la clase media ha sido fundamental para crear una sociedad basada en el imperio de la ley y los valores democráticos.
La magnitud del aumento en la desigualdad, igual que la magnitud y duración de la decadencia económica, sorprendió. Los expertos esperaban una expansión en la desigualdad, o al menos en la que se puede medir. El antiguo régimen mantenía las rentas similares porque suprimía las diferencias salariales. El sistema comunista, aunque no garantizaba una vida sencilla, evitó la pobreza extrema y mantuvo los estándares de vida con una relativa igualdad, suministrando un elevado común denominador en la calidad de la educación, la vivienda, la salud y los servicios de cuidados para los niños. Con el paso a la economía de mercado, quienes trabajasen esforzadamente y produjesen con tino cosecharían una retribución por su labor, con lo que algún incremento en la desigualdad iba a ser inevitable. Sin embargo, se esperaba que Rusia no se vería afectada por la desigualdad derivada de la riqueza heredada. Sin este legado de desigualdad heredada, la expectativa era de una economía de mercado más igualitaria. ¡Cuán distintas fueron las cosas! Hoy Rusia registra un nivel de desigualdad comparable con los peores del mundo, los de las sociedades latinoamericanas basadas en una tradición semifeudal*.
Rusia logró el peor de los mundos posibles: una enorme caída en la actividad y una enorme alza en la desigualdad. El pronóstico para el futuro es desolador: la desigualdad extrema impide el crecimiento, en particular cuando da pie a la inestabilidad social y política.
*Según una medida habitual de la desigualdad (el coeficiente de Gini), en 1998 Rusia alcanzó un nivel de desigualdad que duplicaba al de Japón, era un 50 por ciento mayor al de Reino Unido y otros países de Europa, y era comparable al de Venezuela y Panamá. Entretanto, los países que habían acometido políticas gradualistas, Polonia y Hungría habían logrado mantener bajo su nivel de desigualdad – el de Hungría era incluso inferior al de Japón, y el de Polonia inferior al del Reino Unido.
Así como los reformadores radicales de la «terapia de choque» alegaban que el problema de la liberalización no radicaba en su excesiva lentitud sino en su deficiente rapidez, lo mismo ocurría con la privatización. Mientras que la República Checa, por ejemplo fue alabada por el FMI, aunque vacilara, quedó claro que la retórica del país había sobrepasado sus realizaciones: dejó a los bancos en manos del Estado. Si un Gobierno privatiza empresas pero deja a los bancos en manos del Estado, o sin una regulación efectiva, ese Gobierno no crea las estrictas restricciones presupuestarias que llevan a la eficiencia, sino más bien una forma alternativa y menos transparente de subsidiar las empresas – y una abierta invitación a la corrupción-. Los críticos de la privatización checa argumentaban que el problema no estribó en que la privatización fue demasiado rápida sino que fue demasiado lenta. Pero ningún país ha podido privatizar todo de la noche a la mañana, y si un Gobierno intentara una privatización instantánea, el desenlace más probable sería el caos. La tarea demasiado ardua y los incentivos para cometer actos ilegales son demasiado acusados. Los fallos de las estrategias de privatización rápidas eran predecibles –y fueron predichos-.
Tal como fue practicada en Rusia (y también en demasiadas partes del antiguo bloque soviético), la privatización no sólo no contribuyó al éxito económico del país sino que socavó la confianza en el Estado, en la democracia y en la reforma. El resultado de regalar sus ricos recursos naturales antes de establecer un sistema para recaudar impuestos sobre esos recursos fue que un puñado de amigos y socios de Yeltsin se convirtieron en multimillonarios, pero el país fue incapaz de pagar a los jubilados su pensión de 15 dólares mensuales.
El ejemplo más egregio de mala privatización fue el programa de préstamos a cambio de acciones. En 1995 el Gobierno, en vez de acudir al banco central a por los fondos que necesitaba, acudió a los bancos privados. Numerosos de estos bancos privados pertenecían a amigos del Gobierno que habían recibido autorizaciones para construir bancos. En un ambiente con bancos poco regulados, las autorizaciones eran en realidad licencias para emitir dinero, para prestarse dinero a sí mismos o a sus amigos o al Gobierno. Como condición del préstamo, el Gobierno ofreció acciones de sus propias empresas en garantía. Entonces -¡sorpresa!- el Gobierno no pagó los créditos y los bancos se quedaron con las compañías en lo que cabe considerar como ventas fingidas (aunque las autoridades realizaron «subastas» de puro teatro) y unos pocos oligarcas se convirtieron en millonarios en un instante, el hecho de que carecieran de legitimidad hacía aún más imperativo que los oligarcas sacaran rápidamente el dinero del país, antes de que asumiese el poder un nuevo Gobierno que pudiese revertir la privatización o debilitar su posición.

domingo, 13 de enero de 2008

jo

Parecía que me iba pasando a tós pero volveu outra vez ao chegar á cidade. Vin onte a pagar o piso, a gravar un DVD de películas de Woody Allen (resultaron todas películas porno), aínda bueno que non saíron repetidas, algunha estaba bastante ben. Ao que iba... Levo unha semaniña coa bronquite que non ma quito de encima. A noite do luns para o martes paseina delirando e suando. Agora teño o mítico pito outra vez, merda.

Estes días paseinos pensando na cor dos ollos que poderían ter os meus fillos, en xenes dominantes e recesivos e esas cousas, tamén lendo: “Utopía” Tomás Moro, “El Vértigo” Evgenia Ginzburg, “The Children of Lilith” (A French Exploration into the up-river country of Borneo) Guy Piazzini, tamén adiquei o tempo ao estudo dalgunhas cousas que teño pendentes, vin películas...

Mentres estaba na cama, que foi gran parte do tempo, pensaba nunha muller e en como serían varias hipotéticas vidas (debido ás múltiples posibilidades) en común con ela dentro duns cantos anos, sen olvidar os matices da miña elección ou o motivo que me faría decantarme pola sua compañía. Esa muller existe, non é unha invención, ademais soio soñar con ela.

Todo o que acabo de escribir podería habelo feito con dezaseis anos e sen problemas pasaría desapercibido se a data non fose a de hoxe. Espero que non se agrave a bronquite, sobre todo porque teño que pasar esta semana aquí na cidade.


sábado, 5 de enero de 2008

El malestar en la globalización - Joseph E. Stiglitz

Yo leí la edición de bolsillo.

Monografía de una edición anterior. (No la he leído aun.)

Tenía y tengo pensado trasladar aquí en forma de post unos cuantos pasajes muy interesantes del libro. Pese a que llevo toda la noche despierto, no he tenido tiempo *aun de empezar. Lo dejo para más adelante.

*(ni siquiera) sin tilde
*(todavía) con tilde
:p

Alicia...

Alicia en el País de las Maravillas - Antrópicos + comentarios.

Educación según...

Educación verdaderamente humana - Carlos Blanco (Diario Independiente Digital)

conocerse

La película The Matrix me caló en sus días, aun hoy. Sobre todo lo que había encima del marco de la puerta de la cocina del Oráculo, jajaja. Después al adquirir conocimientos sobre las cosas y aprender de donde proceden unas y otras, se le resta importancia a sucesos en el cine con términos filosóficos adjudicándoselo a los conceptos realmente...
Pensé en poner al blog lo mítico:

gnosti te autvn
gnôthi seautón
Γνῶθι σαυτόν
Γνῶθι Σεαυτόν
connais-toi toi-même
erkenne dich selbst
nosce te ipsum
conócete a ti mismo
conosci te stesso
Kendini bil
認識你自己
Conhece a ti mesmo
Coñécete a ti mesmo
Know yourself

Algo así, para que nos entendamos; pero decidí dejarlo en una pregunta aparentemente retórica. Pregunté en su día a diferentes personas si se conocían a sí mismas y me contestaron que sí, por mi parte, yo reconocí que no. Pienso que es más difícil de lo que parece, sobre todo si poseemos un exceso de confianza en ciertas afirmaciones como ésta, el comprobar la veracidad de dicha frase por nosotros mismos. Puesto que somos los únicos que podemos conocer nuestras limitaciones, nadie más puede juzgarnos en esta encomienda. Entre tanto, a nivel neuronal todos estamos limitados y nos encontramos entre ciertos parámetros a día de hoy indescriptibles.

*****

Llegó la hipótesis freudiana hasta Whiskey a go go también, pero 'nadie' se dio cuenta.

viernes, 4 de enero de 2008

Este día se lo dedico (por mi parte) a:


Parménides de Elea
(Elea Magna 540 adC - 470 adC).

"El ser es, y el no-ser no es".
"Lo mismo es pensar y ser."
"Lo mismo permanece en lo mismo, y descansa en sí mismo."
"¿Y qué necesidad lo habría impulsado a nacer antes o después, partiendo de la nada?"

Te mostraré que este sendero es por completo inescrutable; no conocerás, en efecto, lo que no es (porque es innaccesible) ni lo mostrarás.

Stellarium

 https://stellarium.org/es/