Sócrates contra Platón; Encyclopedia Britannica

Sócrates contra Platón


Podemos concluir que Platón no estaba ciego ante los peligros cívicos y religiosos creados por Sócrates. Parte de lo que hace que su Apología sea tan compleja y apasionante es que no es un elogio unilateral que oculta las características de la forma de vida socrática que se encuentran detrás de la ansiedad y el resentimiento que sienten muchos de sus conciudadanos. Platón, por supuesto, no deja dudas de que se pone del lado de Sócrates y de Atenas, pero al hacerlo nos permite ver por qué Sócrates tenía tanto enemigos como amigos. La polivalencia del retrato de Platón se suma a su verosimilitud y debería aumentar nuestra confianza en él como fuente de nuestra comprensión del Sócrates histórico. Una defensa de Sócrates que lo retratara como un predicador inocuo de piedad moral nos habría dejado preguntándonos por qué fue sentenciado a muerte y, de hecho, por qué alguien se molestó en acusarlo en primer lugar.

Platón no da ninguna pista en su Apología de que tuviera alguna reserva sobre la forma en que Sócrates llevó su vida o las doctrinas que lo guiaron; el formato de la Apología le impide hacerlo. Ha tomado la decisión de dejar que Sócrates hable por sí mismo en esta obra y de abstenerse de ofrecer sus propias reflexiones sobre la justicia o injusticia de los cargos contra su maestro. Pero, en La República, pone en boca de su principal interlocutor, “Sócrates”, una observación sobre el poder corrosivo que puede tener la filosofía cuando se arraiga a una edad demasiado temprana. Cuando los jóvenes escuchan por primera vez preguntas filosóficas sobre las normas morales tradicionales que han aprendido de sus padres y de su comunidad, y cuando ven que es difícil defender estas ortodoxias sin caer en la contradicción, tienden a rechazar toda moral tradicional y a convertirse en esencialmente sin ley. Por esta razón, la filosofía puede llegar a ser vista como una actividad peligrosa y de mala reputación. El Sócrates de la República, por lo tanto, sugiere que en una sociedad ideal los jóvenes no deberían estar expuestos a dudas éticas hasta que estén bien entrados en su madurez. Esto, por supuesto, no es una restricción que el Sócrates histórico se impusiera a sí mismo. En la Apología de Platón, Sócrates se enorgullece de dirigir sus preguntas a todos los atenienses —nadie, en su opinión, es demasiado joven o demasiado viejo para la vida examinada— y reconoce abiertamente que a los jóvenes les encanta ver a sus mayores avergonzados cuando no pueden para defender sus creencias. Mientras que el Sócrates de la Apología de Platón asume que no hay necesidad de poner límites a la investigación filosófica, el Sócrates de la República —que habla como portavoz de Platón— sostiene que en una sociedad ideal este tipo de actividad estaría cuidadosamente regulada. De manera similar, en Las leyes de Platón, el orador principal, un visitante anónimo de Atenas, elogia a Esparta y Creta por prohibir a los jóvenes criticar las leyes de sus comunidades. La gran admiración de Platón por Sócrates fue aún más notable porque coexistía no solo con el reconocimiento de por qué Sócrates era considerado peligroso, sino también con su creencia de que Sócrates era, hasta cierto punto, culpable de impiedad y de corromper a los jóvenes.

Comentarios