Creación

No soy un lampírido, coleóptero polífago; soy un remanente estelar, una estrella degenerada de neutrones. Mediante aproximación paraxial, la distancia a tu estrella Helios en ángulo de paralaje de arcosegundo, se encuentra harto lejana para que puedas divisarme. Tú, casi microbio, ni tan siquiera puedes excederte de tu hábitat, tu ecosistema es un minúsculo remanso de flores en la campiña de una comarca cualquiera de un planeta enano. No debes elucubrar acerca de mi magnitud. Ese extraño ente se había olvidado de una cosa: yo no era una luciérnaga sino el faro que servía para que aquel destructor de mundos, de vastas proporciones, no se estampase con tierra firme. Somos el medio para que el Universo se conozca a sí mismo. Mediante nosotros, todo o parte del Universo podrá algún día llegar a comprenderse. Hemos puesto el listón demasiado alto, y al cenit es adonde debemos dirigir nuestros pensamientos y nuestro progreso. Haber comprendido al superhombre nos ha proporcionado conocimiento pleno sobre nosotros mismos, pues formamos parte de aquél. Haber raciocinado a un ente superior a nosotros nos ha ayudado a dirigir nuestras miradas hacia arriba y no a bajar la cabeza y divisar el suelo. Debemos ponernos siempre una meta más arriba que la anterior. Nunca una inalcanzable a priori como sería Dios, sino una como lo es el superhombre. Luego de éste, será uno todavía superior a él. Dios nos queda tan lejano que nos debería avergonzar el habernos creído uno. Desconocemos el 99,9% del Universo. Si queremos raciocinar acerca de la vida en otros planetas, debemos hablar en futuro, pues para llegar a conocer vestigios de civilizaciones habremos de viajar a años luz de distancia. Probablemente cruzar nuestra propia galaxia nos lleve mucho Las magnitudes que se barajan son abrumadoras, gigantescas, enormes, inmensas y abismales. Contemplamos al ser humano como un asentamiento menor de hormigas bajo tierra fértil pero rodeada de desiertos, y no como los de la Tierra, sino cósmicos. Estamos solos. La vida probablemente comenzó por casualidad. Es lo más preciado del ser vivo. Las mutaciones continuadas por miles de años han hecho del ser humano el mejor y más inteligente de todos los cientos de millones de especies vivientes y pobladoras de la Tierra. El ser humano es sin duda el más inteligente. Pero entre los más inteligentes individuos de la especie hay una soledad abrumadora, casi tan silenciosa como una habitación cerrada. Después están los superdotados, su soledad es abismal y son conscientes de ello. Más que una habitación cerrada diría una ciudad inhabitada, como una Chernobil. De entre los superdotados destaco a los genios, su soledad, además de abrumadora y abismal es absoluta. Están tan solos en sus países... Imagino a los más inteligentes de los genios solos y en libros. Libros abandonados por todos. Los genios de verdad, los más inteligentes pervivirán para siempre, ese es su castigo y su fortuna. Dios lo ha querido así. El polvo y la carcoma sus compañeros de juego. Las bibliotecas son los lugares donde descansan. Si la esperanza del Universo de conocerse a sí mismo pasa por creer que algún día la humanidad toda leerá esos libros; ¿no deberíamos empezar ya? El tiempo de vida de un ser humano en relación con la eternidad de tiempo de duración del Universo es tan insignificante... Dios nos parecería mudo, ciego, sordo entre otras cosas... Porque siempre pretendemos que nos dirija la palabra la persona más importante del lugar. Aunque la capacidad de intelección del ser humano es limitada; podemos llegar a razonar algún día su obra, el Universo. Todavía nuestro ombligo tiende a hablar por nosotros y a mostrarse demasiado céntrico en este Gran Universo. Fin de disertación.

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