martes, 14 de abril de 2015

El genio.

Já! Genio, genio es aquel que hace arte, ciencia o el que recorre 100m en 9.58s al que su genética lo favorece con simples mutaciones en el ADN antes y después del cigoto resultante de la unión del gameto masculino con el femenino en la reproducción sexual y asexual de animales y plantas, en este caso, humanos, los cuales no dejan de ser una especie y no una raza ya que ésta es la resultante de la subdivisión de algunas especies biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia. Pero para conseguir los resultados y records más inusuales a los que pocos de su misma especie pueden optar/alcanzar, es necesario prepararse, entrenarse. Por mucho tesón, esfuerzo y perseverancia con la que se prepare una persona no va a alcanzar al genio porque éste no yerra de forma tan absurda y natural como una persona que pertenece a la masa, que es normal. Se puede apreciar cuando uno y otro escriben, cuando calculan, cuando combaten o cuando corren a toda velocidad compitiendo y/o midiendo los resultados de los mismos entre ellos. Si el genio errare el mismo genio corrigiere el/los error/es con mayor antelación y eficacia que el que no lo es, he aquí la respuesta más apta para su definición exacta. El secreto reside en la rapidez de este hombre y/o mujer para enmendar sus errores antes que los demás pareciendo incluso que no comete error alguno cuando todos sabemos que absolutamente todos cometemos uno o más en cada planteamiento, disertación, carrera... Eterno perfeccionista en cada obra que saca a la luz sin esforzarse tanto como otros y elaborando con resultados acusadamente magníficos, sublimes y conspicuos. El genio puede llegar a destacar por ser grandilocuente, gran orador, gran escritor, gran velocista, gran calculador, entre otras.

miércoles, 1 de abril de 2015

La pregunta que espera la respuesta que yo ya sé pero el resto no.

Formular la pregunta adecuada puede desestabilizar un imperio. Si no, observa al viejo Sócrates de Atenas que, asumiendo una postura de ignorancia, interrogaba a la gente para luego poner en evidencia la incongruencia de sus afirmaciones; a esto se le denominó «ironía socrática», la cual queda expresada con su célebre frase «Solo sé que no sé nada» (Ἓν οἶδα ὅτι οὐδὲν οἶδα).

Desde mis particulares observaciones del método socrático, experiencia y una visión de lo que llaman más importante en filosofía deduciendo que es la pregunta, no la respuesta, lo más importante, y con una lógica bastante, aunque no del todo, depurada, he logrado deducir que una pregunta; aparentemente tonta, ignorante, algo pícara, y, sobre todo, inocente, a un interlocutor poderoso delante de los medios para que todo el mundo (esto es demasiado importante) pueda ponerse en la piel del que pregunta y esperar la respuesta que de antemano sólo saben él y el interlocutor es, indiscutiblemente, demoledora.

Stellarium

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