Así habló Zarathustra.

Un libro que fue malinterpretado en el nazismo.
Aquí unos pasajes que escogí hasta la mitad del libro, mañana dejaré los de la segunda mitad. Hice copy-past de un e-book, no es la traducción que yo leí de la Biblioteca de los Grandes Pensadores, traducción de Juan Carlos García-Borrón, sino que se trata de otra traducción la cual no me satisface de la misma manera pero me ahorra bastante tiempo de mecanografía.
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Del leer y el escribir

De todo lo escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú

con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu.

No es cosa fácil el comprender la sangre ajena: yo odio a los ociosos que leen.

Quien conoce al lector no hace ya nada por el lector. Un siglo de lectores todavía - y

hasta el espíritu olerá mal.

El que a todo el mundo le sea lícito aprender a leer corrompe a la larga no sólo el escribir,

sino también el pensar.

En otro tiempo el espíritu era Dios60, luego se convirtió en hombre, y ahora se convierte

incluso en plebe.

Quien escribe con sangre y en forma de sentencias, ése no quiere ser leído, sino aprendido

de memoria.

En las montañas el camino más corto es el que va de cumbre a cumbre: mas para ello

tienes que tener piernas largas. Cumbres deben ser las sentencias: y aquellos a quienes se

habla, hombres altos y robustos.

El aire ligero y puro, el peligro cercano y el espíritu lleno de una alegre maldad: estas

cosas se avienen bien.

Quiero tener duendes a mi alrededor, pues soy valeroso. El valor que ahuyenta los fantasmas

se crea sus propios duendes,- el valor quiere reír.

Yo ya no tengo sentimientos en común con vosotros: esa nube que veo por debajo de

mí, esa negrura y pesadez de que me río, - cabalmente ésa es vuestra nube tempestuosa.

Vosotros miráis hacia arriba cuando deseáis elevación. Y yo miro hacia abajo, porque

estoy elevado.

¿Quién de vosotros puede a la vez reír y estar elevado? Quien asciende a las montañas

más altas se ríe de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida61.

Valerosos, despreocupados, irónicos, violentos - así nos quiere la sabiduría: es una mujer

y ama siempre únicamente a un guerrero62.

Vosotros me decís: «la vida es difícil de llevar». Mas ¿para qué tendríais vuestro orgullo

por las mañanas y vuestra resignación por las tardes?

La vida es difícil de llevar: ¡no me os pongáis tan delicados! Todos nosotros somos

guapos, borricos y pollinas de carga63.

¿Qué tenemos nosotros en común con el capullo de la rosa, que tiembla porque tiene

encima de su cuerpo una gota de rocío?

Es verdad: nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque

estamos habituados a amar64.

Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay también algo de razón en

la demencia65.

Y también a mí, que soy bueno con la vida, paréceme que quienes más saben de felicidad

son las mariposas y las burbujas de jabón, y todo lo que entre los hombres es de su

misma especie.

Ver revolotear esas almitas ligeras, locas, encantadoras, volubles - eso hace llorar y

cantar a Zaratustra.

Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.

Y cuando vi a mi demonio lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu

de la pesadez66 - él hace caer a todas las cosas.

No con la cólera, sino con la risa se mata 67. ¡Adelante, matemos el espíritu de la pesadez!

He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: desde

entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio.

Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un

dios baila por medio de mí.

Así habló Zaratustra.

60 Véase el Evangelio de Juan, 4, 24: «Dios es espíritu.» En la cuarta parte, La fiesta del asno, 1, el papa

jubilado criticará la frase «Dios es espíritu».

61 Los tres párrafos que van desde «Vosotros miráis...» hasta aquí fueron colocados por Nietzsche como

motto al frente de la tercera parte de esta obra (véase p. 221).

62 El tercer tratado de La genealogía de la moral lleva a su frente, como motto, esta frase. Nietzsche dice

en el prólogo que ese tercer tratado, titulado «¿Qué significan los ideales ascéticos?», es todo él «un comentario

» del citado párrafo.

63 Reminiscencia irónica del Evangelio de Mateo, 21, 5: «Y los discípulos... trajeron la borrica y el pollino

» (preparativos para la entrada de Jesús en Jerusalén).

64 Juego de palabras, en alemán, entre vivir (leben) y amar (lieben).

65 Paráfrasis de Hamlet, acto II, escena 2: «Ocurrencias felices que suele tener la demencia, y que ni la

más sana razón y lucidez podrían soltar con tanta fortuna» (palabras de Polonio a Hamlet).

66 Véase, en la tercera parte, De la visión y del enigma, así como Del espíritu de la pesadez, donde

Nietzsche desarrolla con detalle el significado del «espíritu de la pesadez».

67 En la cuarta parte, La fiesta del asno, el más feo de los hombres recordará a Zaratustra esta enseñanza.

De los predicadores de la muerte73

Hay predicadores de la muerte: y la tierra está llena de seres a quien hay que predicar

que se alejen de la vida.

Llena está la tierra de superfluos, corrompida está la vida por los demasiados. ¡Ojalá los

saque alguien de esta vida con el atractivo de la «vida eterna»!

«Amarillos»: así se llama a los predicadores de la muerte, o «negros». Pero yo quiero

mostrároslos todavía con otros colores.

Ahí están los seres terribles, que llevan dentro de sí el animal de presa y no pueden elegir

más que o placeres o autolaceración. E incluso sus placeres continúan siendo autolaceración.

Aún no han llegado ni siquiera a ser hombres, esos seres terribles: ¡ojalá prediquen el

abandono de la vida y ellos mismos se vayan a la otra!74.

Ahí están los tuberculosos del alma: apenas han nacido y ya han comenzado a morir, y

anhelan doctrinas de fatiga y de renuncia.

¡Querrían estar muertos, y nosotros deberíamos aprobar su voluntad! ¡Guardémonos de

resucitar a esos muertos y de lastimar a esos ataúdes vivientes!

Si encuentran un enfermo, o un anciano, o un cadáver, enseguida dicen: «¡la vida está

refutada!»

Pero sólo están refutados ellos, y sus ojos, que no ven más que un solo rostro en la existencia.

Envueltos en espesa melancolía, y ávidos de los pequeños incidentes que ocasionan la

muerte: así es como aguardan, con los dientes apretados.

O: extienden la mano hacia las confituras y, al hacerlo, se burlan de su niñería: penden

de esa caña de paja que es su vida y se burlan de seguir todavía pendientes de una caña de

paja75

Su sabiduría dice: «¡tonto es el que continúa viviendo, mas también nosotros somos así

de tontos! ¡Y ésta es la cosa más tonta en la vida!» -

«La vida no es más que sufrimiento» - esto dicen otros, y no mienten: ¡así, pues, procurad

acabar vosotros! ¡Así, pues, procurad que acabe esa vida que no es más que sufrimiento!

Y diga así la enseñanza de vuestra virtud: «¡tú debes matarte a ti mismo! ¡Tú debes quitarte

de en medio a ti mismo!»76

«La voluptuosidad es pecado, - así dicen los unos, que predican la muerte - ¡apartémonos

y no engendremos hijos!»

«Dar a luz es cosa ardua, - dicen los otros - ¿para qué dar a luz? ¡No se da a luz más

que seres desgraciados!» Y también éstos son predicadores de la muerte.

«Compasión es lo que hace falta - así dicen los terceros. ¡Tomad lo que yo tengo! ¡Tomad

lo que yo soy! ¡Tanto menos me atará así la vida!»

Si fueran compasivos de verdad, quitarían a sus prójimos el gusto de la vida. Ser malvados

- ésa sería su verdadera bondad.

Pero ellos quieren librarse de la vida: ¡qué les importa el que, con sus cadenas y sus regalos,

aten a otros más fuertemente todavía! -

Y también vosotros, para quienes la vida es trabajo salvaje e inquietud: ¿no estáis muy

cansados de la vida? ¿No estáis muy maduros para la predicación de la muerte?

Todos vosotros que amáis el trabajo salvaje y lo rápido, nuevo, extraño, - os soportáis

mal a vosotros mismos, vuestra diligencia es huida y voluntad de olvidarse a sí mismo.

Si creyeseis más en la vida, os lanzaríais menos al instante. ¡Pero no tenéis en vosotros

bastante contenido para la espera - y ni siquiera para la pereza!

Por todas partes resuena la voz de quienes predican la muerte: y la tierra está llena de

seres a quienes hay que predicar la muerte.

O «la vida eterna»: para mí es lo mismo, - ¡con tal de que se marchen pronto a ella!

Así habló Zaratustra.

73 Un amplio desarrollo de las ideas que aparecen en este capítulo puede verse en La genealogía de la

moral.

74 Dahinfahren. Nietzsche utiliza aquí el término empleado por Lutero en su traducción de la Biblia para

indicar el «tránsito» (a la otra vida).

75 Alusión a Pascal: «El hombre es una caña que piensa.»

76 Más adelante, De la muerte libre, puede verse un amplio desarrollo de esta idea.

Del amigo

Uno siempre a mi alrededor es demasiado» - así piensa el eremita. «Siempre uno por

uno - ¡da a la larga dos!»

Yo y mí están siempre dialogando con demasiada vehemencia: ¿cómo soportarlo si no

hubiese un amigo?

Para el eremita el amigo es siempre el tercero: el tercero es el corcho que impide que el

diálogo de los dos se hunda en la profundidad.

Ay, existen demasiadas profundidades para todos los eremitas. Por ello desean ardientemente

un amigo y su altura. Nuestra fe en otros delata lo que nosotros quisiéramos creer

de nosotros mismos. Nuestro anhelo de un amigo es nuestro delator.

Y a menudo no se quiere, con el amor, más que saltar por encima de la envidia. Y a

menudo atacamos y nos creamos un enemigo para ocultar que somos vulnerables.

«¡Sé al menos mi enemigo!» - así habla el verdadero respeto, que no se atreve a solicitar

amistad.

Si se quiere tener un amigo hay que querer también hacer la guerra por él: y para hacer

la guerra hay que poder ser enemigo.

En el propio amigo debemos honrar incluso al enemigo. ¿Puedes tú acercarte mucho a

tu amigo sin pasarte a su bando?

En nuestro amigo debemos tener nuestro mejor enemigo. Con tu corazón debes estarle

máximamente cercano cuando le opones resistencia.

¿No quieres llevar vestido alguno delante de tu amigo? ¿Debe ser un honor para tu

amigo el que te ofrezcas a él tal como eres? ¡Pero él te mandará al diablo por esto!

El que no se recata provoca indignación: ¡tanta razón tenéis para temer la desnudez!

¡Sí, si fueseis dioses, entonces os sería lícito avergonzaros de vuestros vestidos!90

Nunca te adornarás bastante bien para tu amigo: pues debes ser para él una flecha y un

anhelo hacia el superhombre.

¿Has visto ya dormir a tu amigo - para conocer cuál es su aspecto?91 ¿Pues qué es, por

lo demás, el rostro de tu amigo? Es tu propio rostro, en un espejo grosero e imperfecto.

¿Has visto ya dormir a tu amigo? ¿No te horrorizaste de que tu amigo tuviese tal aspecto?

Oh, amigo mío, el hombre es algo que tiene que ser superado.

Un el adivinar y en el permanecer callado debe ser maestro el amigo: tú no tienes que

querer ver todo. Tu sueño debe descubrirte lo que tu amigo hace en la vigilia.

Un adivinar sea tu compasión: para que sepas primero si tu amigo quiere compasión.

Tal vez él ame en ti los ojos firmes y la mirada de la eternidad.

Ocúltese bajo una dura cáscara la compasión por el amigo, debes dejarte un diente en

ésta. Así tendrá la delicadeza y la dulzura que le corresponden.

¿Eres tú aire puro, y soledad, y pan, y medicina para tu amigo? Más de uno no puede

librarse a sí mismo de sus propias cadenas y es, sin embargo, un redentor para el amigo.

¿Eres un esclavo? Entonces no puedes ser amigo. ¿Eres un tirano? Entonces no puedes

tener amigos92.

Durante demasiado tiempo se ha ocultado en la mujer un esclavo y un tirano. Por ello la

mujer no es todavía capaz de amistad: sólo conoce el amor.

En el amor de la mujer hay injusticia y ceguera frente a todo lo que ella no ama. Y hasta

en el amor sapiente de la mujer continúa habiendo agresión inesperada y rayo y noche

al lado de la luz.

La mujer no es todavía capaz de amistad: gatas continúan siendo siempre las mujeres, y

pájaros. O, en el mejor de los casos, vacas.

La mujer no es todavía capaz de amistad. Pero decidme, varones, ¿quién de vosotros es

capaz de amistad?

¡Cuánta pobreza, varones, y cuánta avaricia hay en vuestra alma! Lo que vosotros dais

al amigo, eso quiero darlo yo hasta a mi enemigo, y no por eso me habré vuelto más pobre.

Existe la camaradería: ¡ojalá exista la amistad!

Así habló Zaratustra.

90 Reminiscencia de la frase de Séneca (carta 31): Deus nudus est (Dios está desnudo).

91 Véase la nota 31.

92 Zaratustra condensa en este párrafo la doctrina griega sobre la amistad expuesta por Platón en La república

(576 a) y por Aristóteles en la Etica a Nicómaco (1161 a 30 - b 10).

Del camino del creador

Quieres marchar, hermano mío, a la soledad? ¿Quieres buscar el camino que lleva a ti

mismo? Deténte un poco y escúchame.

«El que busca, fácilmente se pierde a sí mismo. Todo irse a la soledad es culpa»: así

habla el rebaño. Y tú has formado parte del rebaño durante mucho tiempo.

La voz del rebaño continuará resonando dentro de ti. Y cuando digas «yo ya no tengo la

misma conciencia que vosotros», eso será un lamento y un dolor.

Mira, aquella conciencia única dio a luz también ese dolor: y el último resplandor de

aquella conciencia continúa brillando sobre tu tribulación.

Pero ¿tú quieres recorrer el camino de tu tribulación, que es el camino hacia ti mismo?

¡Muéstrame entonces tu derecho y tu fuerza para hacerlo!

¿Eres tú una nueva fuerza y un nuevo derecho? ¿Un primer movimiento? ¿Una rueda

que se mueve por sí misma?103 ¿Puedes forzar incluso a las estrellas a que giren a tu

alrededor?

¡Ay, existe tanta ansia de elevarse! ¡Existen tantas convulsiones de los ambiciosos!

¡Muéstrame que tú no eres un ansioso ni un ambicioso!

Ay, existen tantos grandes pensamientos que no hacen más que lo que el fuelle: inflan y

producen un vacío aún mayor. ¿Libre te llamas a ti mismo? Quiero oír tu pensamiento

dominante, y no que has escapado de un yugo.

¿Eres tú alguien al que le sea lícito escapar de un yugo? Más de uno hay que arrojó de

sí su último valor al arrojar su servidumbre.

¿Libre de qué? ¡Qué importa eso a Zaratustra! Tus ojos deben anunciarme con claridad:

¿libre para qué?

¿Puedes prescribirte a ti mismo tu bien y tu mal y suspender tu voluntad por encima de

ti como una ley? ¿Puedes ser juez para ti mismo y vengador de tu ley?

Terrible cosa es hallarse solo con el juez y vengador de la propia ley. Así es arrojada

una estrella al espacio vacío y al soplo helado de hallarse solo.

Hoy sufres todavía a causa de los muchos, tú que eres uno solo: hoy conservas aún todo

tu valor y todas tus esperanzas. Mas alguna vez la soledad te fatigará, alguna vez tu orgullo

se curvará y tu valor rechinará los dientes. Alguna vez gritarás «¡estoy solo!».

Alguna vez dejarás de ver tu altura y contemplarás demasiado cerca tu bajeza; tu sublimidad

misma te aterrorizará como un fantasma. Alguna vez gritarás: «¡Todo es falso

»104!

Hay sentimientos que quieren matar al solitario; ¡si no lo consiguen, ellos mismos tienen

que morir entonces! Mas ¿eres tú capaz de ser asesino?

¿Conoces ya, hermano mío, la palabra «desprecio»? ¿Y el tormento de tu justicia, de

ser justo con quienes te desprecian?

Tú fuerzas a muchos a cambiar de doctrina acerca de ti; esto te lo hacen pagar caro. Te

aproximaste a ellos y pasaste de largo: esto no te lo perdonan nunca.

Tú caminas por encima de ellos105: pero cuanto más alto subes, tanto más pequeño te

ven los ojos de la envidia. El más odiado de todos es, sin embargo, el que vuela.

«¡Cómo vais a ser justos conmigo! - tienes que decir - yo elijo para mí vuestra injusticia

como la parte que me ha sido asignada.»

Injusticia y suciedad arrojan ellos al solitario: pero, hermano mío, si quieres ser una estrella,

¡no tienes que iluminarlos menos por eso!

¡Y guárdate de los buenos y justos! Con gusto crucifican a quienes se inventan una virtud

para sí mismos, - odian al solitario.

¡Guárdate también de la santa simplicidad!106 Para ella no es santo lo que no es simple;

también le gusta jugar con el fuego - con el fuego de las hogueras para quemar seres

humanos.

¡Y guárdate también de los asaltos de tu amor! Con demasiada prisa tiende el solitario

la mano a aquel con quien se encuentra.

A ciertos hombres no te es lícito darles la mano, sino sólo la pata: y yo quiero que tu

pata tenga también garras.

Pero el peor enemigo con que puedes encontrarte serás siempre tú mismo; a ti mismo te

acechas tú en las cavernas y en los bosques.

¡Solitario, tú recorres el camino que lleva a ti mismo! ¡Y tu camino pasa al lado de ti

mismo y de tus siete demonios!

Un hereje serás para ti mismo, y una bruja y un hechicero y un necio y un escéptico y

un impío y un malvado.

Tienes que querer quemarte a ti mismo en tu propia llama: ¡cómo te renovarías si antes

no te hubieses convertido en ceniza!

Solitario, tú recorres el camino del creador: ¡con tus siete demonios quieres crearte para

ti un Dios!

Solitario, tú recorres el camino del amante: te amas a ti mismo y por ello te desprecias

como sólo los amantes saben despreciar.

¡El amante quiere crear porque desprecia! ¡Qué sabe del amor el que no tuvo que despreciar

precisamente aquello que amaba!

Vete a tu soledad con tu amor y con tu crear, hermano mío; sólo más tarde te seguirá la

justicia cojeando.

Vete con tus lágrimas a tu soledad, hermano mío. Yo amo a quien quiere crear por encima

de sí mismo y por ello perece. –

Así habló Zaratustra.

103 Véase antes De las tres transformaciones, la descripción del niño: «Inocencia es el niño, y olvido, un

nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir

sí».

104 Un desarrollo de esta idea puede verse en La genealogía de la moral, apartado tercero, «¿Qué significan

los ideales ascéticos?». También aquí se alude más adelante a esto mismo: véase, en la cuarta parte, La

sombra.

105 Véase, en la segunda parte, De los doctos.

106 O sancta simplicitas es frase que se dice pronunciada por Juan Hus (1369-1415) cuando, encontrándose

sobre la hoguera a que se le había condenado por hereje, vio cómo una viejecilla, movida por su celo

religioso, arrojaba más leña a las llamas en que aquél ardía.

De viejecillas y de jovencillas

Por qué te deslizas a escondidas y de manera esquiva en el crepúsculo, Zaratustra?

¿Qué es lo que escondes con tanto cuidado bajo tu manto?

¿Es un tesoro que te han regalado? ¿O un niño que has dado a luz? ¿O es que tú mismo

sigues ahora los caminos de los ladrones, tú amigo de los malvados?» -

¡En verdad, hermano mío!, dijo Zaratustra, es un tesoro que me han regalado: es una

pequeña verdad lo que llevo conmigo. Pero es revoltosa como un niño pequeño; y si no le

tapo la boca, grita a voz en cuello.

Cuando hoy recorría solo mi camino, a la hora en que el sol se pone, me encontré con

una viejecilla, la cual habló así a mi alma:

«Muchas cosas nos ha dicho Zaratustra también a nosotras las mujeres, pero nunca nos

ha hablado sobre la mujer».

Y yo le repliqué: «Sobre la mujer se debe hablar tan sólo a varones».

«Háblame también a mí acerca de la mujer, dijo ella; soy bastante vieja para volver a

olvidarlo enseguida.»

Y yo accedí al ruego de la viejecilla y le hablé así107:

Todo en la mujer es un enigma, y todo en la mujer tiene una única solución: se llama

embarazo.

El varón es para la mujer un medio: la finalidad es siempre el hijo. ¿Pero qué es la mujer

para el varón?

Dos cosas quiere el varón auténtico: peligro y juego. Por ello quiere él a la mujer, que

es el más peligroso de los juguetes.

El varón debe ser educado para la guerra, y la mujer, para la recreación del guerrero:

todo lo demás es tontería.

Los frutos demasiado dulces - al guerrero no le gustan. Por ello le gusta la mujer: amarga

es incluso la más dulce de las mujeres.

La mujer entiende a los niños mejor que el varón, pero éste es más niño que aquélla.

En el varón auténtico se esconde un niño: éste quiere jugar. ¡Adelante, mujeres, descubrid

el niño en el varón!

Sea un juguete la mujer, puro y delicado, semejante a la piedra preciosa, iluminado por

las virtudes de un mundo que todavía no existe.

¡Resplandezca en vuestro amor el rayo de una estrella! Diga vuestra voluntad: «¡Ojalá

diese yo a luz el superhombre!»

¡Haya valentía en vuestro amor! ¡Con vuestro amor debéis lanzaros contra aquel que os

infunde miedo!

¡Que vuestro honor esté en vuestro amor! Por lo demás, poco entiende de honor la mujer.

Pero sea vuestro honor amar siempre más de lo que sois amadas y no ser nunca las

segundas.

Tema el varón a la mujer cuando ésta ama: entonces realiza ella todos los sacrificios, y

todo lo demás lo considera carente de valor.

Tema el varón a la mujer cuando ésta odia: pues en el fondo del alma el varón es tan sólo

malvado, pero la mujer es allí mala.

¿A quién odia más la mujer? - Así le dijo el hierro al imán: «A ti es a lo que más odio,

porque atraes, pero no eres bastante fuerte para retener».

La felicidad del varón se llama: yo quiero. La felicidad de la mujer se llama: él quiere.

«¡Mira, justo ahora se ha vuelto perfecto el mundo!» - así piensa toda mujer cuando

obedece desde la plenitud del amor.

Y la mujer tiene que obedecer y tiene que encontrar una profundidad para su superficie.

Superficie es el ánimo de la mujer, una móvil piel tempestuosa sobre aguas poco profundas.

Pero el ánimo del varón es profundo, su corriente ruge en cavernas subterráneas: la mujer

presiente su fuerza, mas no la comprende. -

Entonces me replicó la viejecilla: «Muchas gentilezas acaba de decir Zaratustra, y sobre

todo para quienes son bastante jóvenes para ellas.

¡Es extraño, Zaratustra conoce poco a las mujeres, y, sin embargo, tiene razón sobre

ellas! ¿Ocurre esto acaso porque para la mujer nada es imposible?108

¡Y ahora toma, en agradecimiento, una pequeña verdad! ¡Yo soy bastante vieja para

ella!

Envuélvela bien y tápale la boca: de lo contrario grita a voz en cuello esta pequeña verdad.

»

«¡Dame, mujer, tu pequeña verdad!», dije yo. Y así habló la viejecilla:

«¿Vas con mujeres? ¡No olvides el látigo!»109

Así habló Zaratustra.

107 Una paráfrasis y ampliación de las ideas sobre la mujer expuestas aquí por Zaratustra pueden verse en

Ecce homo.

108 Paráfrasis irónica del Evangelio de Lucas, 1, 37: «Para Dios nada es imposible». Son palabras del ángel

Gabriel a María al anunciarle que su pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez.

109 En la tercera parte, La otra canción del baile, Zaratustra usará este látigo para hacer que la vida -«una

mujer»- baile.

De la picadura de la víbora

Un día habíase quedado Zaratustra dormido debajo de una higuera, pues hacía calor, y

había colocado sus brazos sobre el rostro. Entonces vino una víbora y le picó en el cuello,

de modo que Zaratustra se despertó gritando de dolor110. Al retirar el brazo del rostro vio

a la serpiente: ésta reconoció entonces los ojos de Zaratustra, dio la vuelta torpemente y

quiso marcharse. «¡No, dijo Zaratustra; todavía no has recibido mi agradecimiento! Me

has despertado a tiempo, mi camino es todavía largo.» «Tu camino es ya corto, dijo la

víbora con tristeza; mi veneno mata.» Zaratustra sonrió. «¿En alguna ocasión ha muerto

un dragón por el veneno de una serpiente? - dijo. ¡Pero toma de nuevo tu veneno! No eres

bastante rica para regalármelo.» Entonces la víbora se lanzó otra vez alrededor de su cuello

y le lamió la herida.

En una ocasión en que Zaratustra contó esto a sus discípulos, éstos preguntaron: «¿Y

cuál es, Zaratustra, la moraleja de tu historia?» Zaratustra respondió así:

Los buenos y justos me llaman el aniquilador de la moral111: mi historia es inmoral.

Si vosotros tenéis un enemigo, no le devolváis bien por mal: pues eso lo avergonzaría.

Sino demostrad que os ha hecho un bien.

¡Y es preferible que os encolericéis a que avergoncéis a otro! Y si os maldicen, no me

agrada que queráis bendecir112. ¡Es mejor que también vosotros maldigáis un poco!

¡Y si se ha cometido una gran injusticia con vosotros, cometed vosotros enseguida cinco

pequeñas! Es horrible ver a alguien a quien la injusticia lo oprime sólo a él.

¿Sabíais ya esto? Injusticia dividida es justicia a medias. ¡Y sólo debe cargar con la injusticia

aquel que sea capaz de llevarla!

Una pequeña venganza es más humana que ninguna. Y si el castigo no es también un

derecho y un honor para el prevaricador, entonces tampoco me gusta vuestro castigo.

Es más noble quitarse a sí mismo la razón que mantenerla, sobre todo si se la tiene. Sólo

que hay que ser bastante rico para hacerlo.

No me gusta vuestra fría justicia; y desde los ojos de vuestros jueces me miran siempre

el verdugo y su fría cuchilla113. Decidme, ¿dónde se encuentra la justicia que sea amor

con ojos clarividentes?

¡Inventad, pues, el amor que soporta no sólo todos los castigos, sino también todas las

culpas!

¡Inventad, pues, la justicia que absuelve a todos, excepto a los que juzgan!

¿Queréis oír todavía otra cosa? En quien quiere ser radicalmente justo, en ése incluso la

mentira se convierte en afabilidad con los hombres.

¡Mas cómo voy yo a querer ser radicalmente justo! ¡Cómo puedo dar a cada uno lo suyo!

Básteme esto: yo doy a cada uno lo mío.

¡En fin, hermanos, cuidad de no ser injustos con ningún eremita! ¡Cómo podría olvidar

un eremita! ¡Cómo podría él resarcirse!

Cual un pozo profundo es un eremita. Es fácil arrojar dentro una piedra; mas una vez

que ha llegado al fondo, decidme, ¿quién quiere sacarla de nuevo?

¡Guardaos de ofender al eremita! Pero si lo habéis hecho, ¡entonces matadlo además!

Así habló Zaratustra.

110 Posible reminiscencia de Hamlet, I, 5. La Sombra (el alma del padre de Hamlet) le cuenta a éste: «Ha

corrido la voz de que, estando yo dormido en mi jardín, me picó una serpiente...»

111 Véase la nota 28.

112 Antítesis de lo que dice el Evangelio de Mateo, 5, 44: «Bendecid a quienes os maldicen.»

113 Véase antes, Del pálido delincuente.

De los compasivos

Amigos míos, han llegado unas palabras de mofa hasta vuestro amigo: «¡Ved a Zaratustra!

¿No camina entre nosotros como si fuésemos animales?»

Pero está mejor dicho así: «¡El que conoce camina entre los hombres como entre animales

que son!».

Mas, para el que conoce, el hombre mismo se llama: el animal que tiene mejillas rojas.

¿Cómo le ha ocurrido eso? ¿No es porque ha tenido que avergonzarse con demasiada

frecuencia?

¡Oh, amigos míos! Así habla el que conoce: Vergüenza, vergüenza, vergüenza - ¡ésa es

la historia del hombre!

Y por ello el noble se ordena a sí mismo no causar vergüenza: se exige a sí mismo tener

pudor ante todo lo que sufre.

De la superación de sí mismo198

Voluntad de verdad» llamáis vosotros sapientísimos> a lo que os impulsa y os pone ardorosos?

Voluntad de volver pensable todo lo que existe: ¡así llamo yo a vuestra voluntad!

Ante todo queréis hacer pensable todo lo que existe: pues dudáis, con justificada desconfianza,

de que sea pensable.

¡Pero debe amoldarse y plegarse a vosotros! Así lo quiere vuestra voluntad. Debe volverse

liso y someterse al espíritu, como su espejo y su imagen reflejada.

Ésa es toda vuestra voluntad, sapientísimos, una voluntad de poder; y ello aunque

habléis del bien y del mal y de las valoraciones.

Queréis crear el mundo ante el que podáis arrodillaros: ésa es vuestra última esperanza

y vuestra última ebriedad.

Los no sabios, ciertamente, el pueblo, - son como el río sobre el que avanza flotando

una barca199: y en la barca se asientan solemnes y embozadas las valoraciones.

Vuestra voluntad yvuestros valores los habéis colocado sobre el río del devenir; lo que

es creído por el pueblo como bueno y como malvado me revela a mí una vieja voluntad

de poder.

Habéis sido vosotros, sapientísimos, quienes habéis colocado en esa barca a tales pasajeros

y quienes les habéis dado pompa y orgullosos nombres, - ¡vosotros y vuestra voluntad

dominadora!

Ahora el río lleva vuestra barca: tiene que llevarla. ¡Poco importa que la ola rota eche

espuma y que colérica se oponga a la quilla!

No es el río vuestro peligro y el final de vuestro bien y vuestro mal, sapientísimos: sino

aquella voluntad misma, la voluntad de poder, - la inexhausta y fecunda voluntad de vida.

Mas para que vosotros entendáis mi palabra acerca del bien y del mal200: voy a deciros

todavía mi palabra acerca de la vida y acerca de la índole de todo lo viviente.

Yo he seguido las huellas de lo vivo, he recorrido los caminos más grandes y los más

pequeños, para conocer su índole.

Con centuplicado espejo he captado su mirada cuando tenía cerrada la boca: para que

fuesen sus ojos los que me hablasen. Y sus ojos me han hablado.

Pero en todo lugar en que encontré seres vivientes oí hablar también de obediencia. Todo

ser viviente es un ser obediente.

Y esto es lo segundo: Se le dan órdenes al que no sabe obedecerse a sí mismo. Así es la

índole de los vivientes.

Pero esto es lo tercero que oí: que mandar es más difícil que obedecer. Y no sólo porque

el que manda lleva el peso de todos los que obedecen, y ese peso fácilmente lo aplasta:

-

Un ensayo y un riesgo advertí en todo mandar; y siempre que el ser vivo manda se

arriesga a sí mismo al hacerlo.

Aún más, también cuando se manda a sí mismo tiene que expiar su mandar. Tiene que

ser juez y vengador y víctima de su propia ley.

¡Cómo ocurre esto!, me preguntaba. ¿Qué es lo que persuade a lo viviente a obedecer y

a mandar y a ejercer obediencia incluso cuando manda?

¡Escuchad, pues, mi palabra, sapientísimos! ¡Examinad seriamente si yo me he deslizado

hasta el corazón de la vida y hasta las raíces de su corazón!

En todos los lugares donde encontré seres vivos encontré voluntad de poder; e incluso

en la voluntad del que sirve encontré voluntad de ser señor.

A servir al más fuerte, a eso persuádele al más débil su voluntad, la cual quiere ser dueña

de lo que es más débil todavía: a ese solo placer no le gusta renunciar.

Y así como lo más pequeño se entrega a lo más grande, para disfrutar de placer y poder

sobre lo mínimo: así también lo máximo se entrega y por amor al poder - expone la vida.

Ésta es la entrega de lo máximo, el ser riesgo y peligro y un juego de dados con la

muerte.

Y donde hay inmolación y servicios y miradas de amor: allí hay también voluntad de

ser señor. Por caminos tortuosos se desliza lo más débil hasta el castillo y hasta el corazón

del más poderoso - y le roba poder.

Y este misterio me ha confiado la vida misma. «Mira, dijo, yo soy lo que tiene que superarse

siempre a sí mismo.

En verdad, vosotros llamáis a esto voluntad de engendrar o instinto de finalidad, de algo

más alto, más lejano, más vario: pero todo eso es una única cosa y un único misterio.

Prefiero hundirme en mi ocaso antes que renunciar a esa única cosa; y, en verdad, donde

hay ocaso y caer de hojas, mira, allí la vida se inmola a sí misma - ¡por el poder!

Pues yo tengo que ser lucha y devenir y finalidad y contradicción de las finalidades:

¡ay, quien adivina mi voluntad, ése adivina sin duda también por qué caminos torcidos

tiene él que caminar!

Sea cual sea lo que yo crea, y el modo como lo ame, - pronto tengo que ser adversario

de ello y de mi amor: así lo quiere mi voluntad.

Y también tú, hombre del conocimiento, eras tan sólo un sendero y una huella de mi

voluntad: ¡en verdad, mi voluntad de poder camina también con los pies de tu voluntad

de verdad!

No ha dado ciertamente en el blanco de la verdad quien disparó hacia ella la frase de la

`voluntad de existir201: ¡esa voluntad - no existe!

Pues: lo que no es, eso no puede querer; mas lo que está en la existencia, ¡cómo podría

seguir queriendo la existencia!

Sólo donde hay vida hay también voluntad: pero no voluntad de vida, sino - así te lo

enseño yo - ¡voluntad de poder!

Muchas cosas tiene el viviente en más alto aprecio que la vida misma; pero en el apreciar

mismo habla - ¡la voluntad de poder!» -

Esto fue lo que en otro tiempo me enseñó la vida: y con ello os resuelvo yo, sapientísimos,

incluso el enigma de vuestro corazón.

En verdad, yo os digo: ¡Un bien y un mal que sean imperecederos - no existen! Por sí

mismos deben una y otra vez superarse a sí mismos.

Con vuestros valores y vuestras palabras del bien y del mal ejercéis violencia, valoradores:

y ése es vuestro oculto amor, y el brillo, el temblor y el desbordamiento de vuestra

propia alma.

Pero una violencia más fuerte surge de vuestros valores, y una nueva superación: al

chocar con ella se rompen el huevo y la cáscara.

Y quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal202: en verdad, ése tiene que ser

antes un aniquilador y quebrantar valores.

Por eso el mal sumo forma parte de la bondad suma: mas ésta es la bondad creadora. -

Hablemos de esto, sapientísimos, aunque sea desagradable. Callar es peor; todas las

verdades silenciadas se vuelven venenosas.

¡Y que caiga hecho pedazos todo lo que en nuestras verdades - pueda caer hecho pedazos!

¡Hay muchas casas que construir todavía!

Así habló Zaratustra.

198 En sus manuscritos Nietzsche había previsto para este capítulo también el título: Del bien y del mal.

En él desarrolla ampliamente Nietzsche el tema de la «voluntad de poder», ya aparecido an tes; véase, en

Los discursos de Zaratustra, el titulado De las mil metas y de la única meta; y la nota 94.

199 Posible alusión irónica a La nave de los locos, el poema alegórico y satírico de Sebastian Brant.

200 Recuérdese lo dicho en la nota 198 sobre el primitivo título de este apartado.

201 La expresión «voluntad de existir» es de Schopenhauer.

202 En Ecce homo, «¿Por qué soy un destino?», 2, cita Nietzsche esta frase, con una significativa variación:

donde aquí dice: «tiene que» (muss), allí dice: «quiere» (will).

De los poetas *(trozo)

Y, sobre todo, por encima del cielo: ¡pues todos los dioses son un símbolo de poetas, un

amaño de poetas!230.

En verdad, siempre somos arrastrados hacia lo alto231 - es decir, hacia el reino de las

nubes: sobre éstas plantamos nuestros multicolores peleles y los llamamos dioses y superhombres:

-

¡Pues son justamente bastante ligeros para tales sillas! -todos esos dioses y superhombres.

¡Ay, qué cansado estoy de todo lo insuficiente, que debe ser de todos modos acontecimiento!

232 ¡Ay, qué cansado estoy de los poetas!

Cuando Zaratustra dijo esto, su discípulo se enojó con él, pero calló. También Zaratustra

calló; y sus ojos se habían vuelto hacia dentro, como si mirasen hacia remotas lejanías.

Finalmente suspiró y tomó aliento.

Yo soy de hoy y de antes233, dijo luego; pero hay algo dentro de mí que es de mañana y

de pasado mañana y del futuro.

Me he cansado de los poetas, de los viejos y de los nuevos: superficiales me parecen

todos, y mares poco profundos.

No han pensado con suficiente profundidad: por ello su sentimiento no se sumergió

hasta llegar a las razones profundas.

Un poco de voluptuosidad y un poco de aburrimiento: eso ha sido la mejor incluso de

sus reflexiones.

Un soplo y un deslizarse de fantasmas me parecen a mí todos sus arpegios; ¡qué han

sabido ellos hasta ahora del ardor de los sonidos! -

No son tampoco para mí bastante limpios: todos ellos ensucian sus aguas para hacerlas

parecer profundas.

De la prudencia en el hombre *(trozo).

Estoy sentado junto a la puerta de la ciudad, expuesto a todos los bribones, y pregunto:

¿quién quiere engañarme?

Ésta es mi primera cordura respecto a los hombres, el dejarme engañar, a fin de no tener

que mantenerme en guardia frente a los engañadores265.

Ay, si yo me mantuviera alerta frente al hombre: ¡cómo podría ser éste un ancla para mi

globo! ¡Demasiado fácilmente me vería arrastrado a lo alto y a lo lejos!

Ésta es la providencia que domina mi destino, el que yo no tenga que tener cautela.

Y quien no quiera morir de sed entre los hombres tiene que aprender a beber de todos

los vasos; y quien quiera permanecer puro entre los hombres tiene que entender de lavarse

incluso con agua sucia.

Y así me hablé yo a menudo

De la visión y del enigma *(trozo)

Calló aquí el enano; y esto duró largo tiempo. Mas su silencio me oprimía; ¡y cuando se

está así entre dos, se está, en verdad, más solitario que cuando se está solo!

El retorno a casa. *(trozo)

Especialmente aquellos que se llaman «los buenos», encontré que ellos eran las moscas

más venenosas de todas: clavan el aguijón con toda inocencia, mienten con toda inocencia;

¡cómo serían capaces - de ser justos conmigo!

A quien vive entre los buenos la compasión le enseña a mentir. La compasión vicia el

aire a todas las almas libres. La estupidez de los buenos es, en efecto, insondable344.

A ocultarme a mí mismo y a ocultar mi riqueza - esto aprendí allá abajo: pues a todos

los encontré todavía pobres de espíritu. Ésta fue la mentira de mi compasión, ¡el saber

acerca de todos,

- el ver y el oler en todos qué cantidad de espíritu les bastaba y qué cantidad de espíritu

les resultaba demasiada!

A sus envarados sabios: yo los llamaba sabios, no envarados, - así aprendí a tragar palabras.

A sus sepultureros: yo los llamaba investigadores y escrutadores, - así aprendí a

sustituir unas palabras por otras.

Los sepultureros contraen enfermedades a fuerza de cavar. Bajo viejos escombros descansan

vapores malsanos. No se debe remover el lodo. Se debe vivir sobre las montañas.

¡Con bienaventuradas narices vuelvo a respirar libertad de montaña! ¡Redimida se halla

por fin mi nariz del olor de todo ser humano!

Cosquilleada por agudos vientos, como por vinos espumeantes, mi alma estornuda, -

estornuda y grita jubilosa: ¡He sanado!

Así habló Zaratustra.

IV – 4

Mira, aquí hay una tabla nueva: pero ¿dónde están mis hermanos, que la lleven conmigo

al valle y la graben en corazones de carne?371.

Esto es lo que mi gran amor exige a los lejanos: ¡no seas indulgente con tu prójimo! El

hombre es algo que tiene que ser superado.

Existen muchos caminos y muchos modos distintos de superación: ¡mira ahí! Mas

sólo un bufón piensa: «el hombre es algo sobre lo que también se puede saltar».

Supérate a ti mismo incluso en tu prójimo: ¡y un derecho que puedas robar no debes

permitir que te lo den!

Lo que tú haces, eso nadie puede hacértelo de nuevo a ti. Mira, no existe retribución.

El que no puede mandarse a sí mismo debe obedecer. ¡Y más de uno pueda mandarse a

sí mismo, pero falta todavía mucho para que también se obedezca a sí mismo!

XIV – 14

«Para el puro todo es puro»387 - así habla el pueblo. Pero yo os digo: ¡para los cerdos

todo se convierte en cerdo!

Por ello los fanáticos y los beatos de cabeza colgante, que también llevan colgando

hacia abajo el corazón, predican: «el mundo mismo es un monstruo merdoso».

Pues todos ellos son de espíritu sucio; y en especial aquellos que no tienen descanso ni

reposo si no ven el mundo por detrás, - ¡los trasmundanos!

A éstos les digo a la cara, aunque ello no suene de modo agradable: el mundo se asemeja

al hombre en que tiene un trasero, - ¡eso es verdad!

Hay en el mundo mucha mierda: ¡eso es verdad! ¡Mas no por ello es ya el mundo un

monstruo merdoso!

Hay sabiduría en el hecho de que muchas cosas en el mundo huelan mal: ¡la náusea

misma hace brotar alas y fuerzas que presienten manantiales!

Incluso en el mejor hay algo que produce náusea; ¡y el mejor es todavía algo que tiene

que ser superado! -

¡Oh hermanos míos, hay mucha sabiduría en el hecho de que exista mucha mierda en el

mundo! -





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