Cualquier discurso de aquél, cualquier texto orado por él,
es mejor que el más elaborado de los documentos del mundo y, es mayor que
cualquier versado orador del mundo.
En otros tiempos había visto a un hombre, sino a una deidad,
erigirse entre vuestros ancestros con su carisma y apariencia perfectamente
cuidados, en cada minúsculo detalle, harto practicados enfrente del espejo. Lo
había visto embaucar con su ingenio al resto mientras se alimentaba del mal
ajeno para propio beneficio. Estaba equivocado, aquella voz, aquella melodía
tan excelsa no emanaba de cualquier burdo político, ni siquiera de los buenos
oradores podría esperarse tal ecuánime son al tempo de palabras y gestos, tal grado
de perfección.
Cada comienzo de sesión de este inmejorable e insuperable orador,
solamente con su presencia acallaba al más charlatán de la nación, desinhibía
al más tímido de los hombres y hacía levantarse o postrarse hasta a los
tullidos, uniendo a todos por una causa común, su causa, la causa de todos. El
énfasis que puso en aquellas palabras que jamás la humanidad olvidó o capituló,
llegó a conmover de manera tan enérgica a todos los presentes que incluso
llegaron a creer vehementemente que en el principio era la palabra, y la
palabra estaba con él y él era la palabra.
Aquél había puesto la rabia, la locura, la cordura, la
razón, la circunstancia de cada hombre y mujer en cada palabra, había brotado
de él todo esto hacia aquellos oídos ansiosos y hambrientos de todo ello."